El grave problema de contaminación de las aguas del lago Titicaca fue analizado en diversas oportunidades por gobiernos del Perú y de Bolivia que comparten la propiedad del mismo y que se ven afectados seriamente por el envenenamiento de las aguas. Hace poco, en reunión bilateral de autoridades de ambos países, se convino en la urgencia de encarar, “con seriedad y responsabilidad” el tratamiento debido de las aguas y que, para cumplir ese objetivo, se “reunirán comisiones técnicas especializadas” que, hasta ahora, no han mostrado ni señas de haberse reunido y menos de haber examinado seriamente el problema.
Una información pormenorizada publicada en EL DIARIO 11/09/16, da cuenta de que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) “tiene previsto desembolsar 86 millones de dólares en el transcurso de este mes que serán invertidos por el gobierno nacional en la construcción de trece (13) plantas de tratamiento para la purificación de las aguas residuales que se originan en los municipios de la propia región lacustre y que llegan al lago Titicaca”.
Si bien el anuncio no refiere si los 86 millones son préstamos ni en qué condiciones ni con qué intereses o, en su caso, podrían ser desembolsados a fondo perdido. Es importante el hecho de que el BID recoja la preocupación del país -que seguramente es también del Perú- sobre el grave problema que, en muchos años no pudo ser encarado tanto por carencia de decisiones de los gobiernos como por los problemas financieros que ello implica y, sobre todo, porque no hay conciencia en poblaciones aledañas que eviten el derrame de desperdicios de toda clase, venenos procedentes de minas cercanas y de ríos contaminados que fluyen sus aguas en diversos sitios del lago.
El problema tiene características muy graves y si no es encarado con premura, honestidad y responsabilidad, adquirirá proporciones cada vez mayores que, en tiempos de excesivo calor, determinarán que esas aguas -al estilo del lago Poopó- tiendan a terminarse y dejar en lecho desértico la extensión de miles de metros cuadrados que tiene el lago que “se encuentra ubicado entre los países Perú y Bolivia, es el segundo lago más grande de América del Sur (8.400 Km cuadrados de superficie) y es el lago navegable más alto del mundo (3.800 msnm)”.
Los anuncios sobre los desembolsos del BID deberían tener, en todo caso, datos sobre la realización de 13 plantas de tratamiento y, sobre todo, cómo y con qué controles financieros y técnicos se realizarán las obras y en qué plazos. También sería correcto informar si el Perú tendrá un aporte igual o también será financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo. El caso aumenta expectativas y esperanzas sobre todo lo que hay que hacer para evitar que el lago Titicaca se convierta en un amplio desierto; por supuesto, la educación y control de las poblaciones aledañas deberá tener prioridad al igual que prevenciones muy serias a minas y pueblos con ríos contaminantes que pasan por diferentes regiones.
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