La pobreza es un mal crónico de nuestro país, pero para las autoridades casi siempre las cosas son bonancibles y le dan altos índices al desarrollo que habría alcanzado el país. La verdad es que hay pobreza extrema en más de un millón setecientas mil personas según estudios realizados por expertos del BID y que seguramente coinciden con los datos que tengan Naciones Unidas y otros organismos internacionales. Por su parte, y con base en esos estudios, la Fundación Milenio también muestra datos que son alarmantes.
Un experto del BID aseguró que “la población boliviana es vulnerable y que gana entre 4 y 10 dólares diarios”. Esto querría decir que esa población vulnerable gana entre 28 y 70 bolivianos diarios lo que equivaldría, en cifras redondas, a 196 y 210 bolivianos al mes; monto que, desde todo punto de vista es hasta ridículo y llama a preguntar: ¿Y qué de personas que perciben menos de esos montos? ¿Y de aquellos que no tienen ni lo mínimo de lo mínimo y que pasan todo tipo de necesidades?
Los cálculos, nacionales o de organismos internacionales, se basan normalmente en promedios que no siempre reflejan la verdad, porque según el mismo experto, “la pobreza moderada y extrema llega al 56% de la población”. Lo cierto es que las estadísticas normalmente están fuera de lugar y sirven de alguna manera como un medio para “contentar a las fuentes oficiales de los gobiernos que dan cifras” porque la verdad que viven los países pobres y subdesarrollados como el caso de Bolivia sale muchas veces de las estadísticas y muestra situaciones angustiosas que nadie puede remediar.
Estadísticas publicadas en la prensa (EL DIARIO 8/7/16) da los siguientes datos para los años 2014 y 2020: “pobreza extrema, 17,3% y 9,5% respectivamente para ambos años; pobreza moderada, 39,3% y 24%. Las necesidades básicas insatisfechas el año 2012, 44,9% y 2020, 22%. Reducir la desigualdad de ingresos entre los más ricos y los más pobres: año 2014, 39 veces y año 2020, 25 veces”. Son datos tomados como promedios, pero bien se sabe que en los últimos dos años aumentó la pobreza en Bolivia para los más necesitados, y, en cambio, algunos sectores sea por los beneficios otorgados por la política o debido a la economía informal, han elevado sustancialmente sus ingresos y, nada raro, hay muchos casos que han salido de la extrema pobreza y han sobrepasado en mucho cálculos muy optimistas.
Nuestro país adolece de un grave problema generado por la falta de inversiones que generen riqueza y creen empleo; la economía informal -a la que recurre mucha gente que se ve privada de su trabajo- ocupa buena parte de la desocupación pero con pago de remuneraciones que no consignan beneficios como el aguinaldo (doble aguinaldo en los últimos años) beneficios sociales, seguros de salud y vejez, derecho a indemnización y desahucio, bonificaciones especiales, etc. La economía informal se ha convertido en el receptáculo de la desocupación y se ha hecho un gran medio de explotación a los más pobres que, con tal de ganar el sustento mínimo para sí y su familia, acepta cualquier condición por onerosa que sea para sus intereses y, sobre todo, condición humana.
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