Yuri Mirko Ríos Madariaga
El 10 de marzo fue un día fatídico para la laguna Alalay. Toneladas de peces aparecieron muertos en sus orillas. Las causas, numerosas. La mano del hombre tuvo mucho que ver. Pese a ello no era mala idea visitarla y ver personalmente la catástrofe que enlutó de nuevo a los amantes de la naturaleza. Llegué al sector norte del circuito Bolivia (frente al cuartel de los bomberos) y avancé hasta alcanzarla. Las palabras resultan cor-tas para describir lo que vi. Su esplendor de antaño había desaparecido. Sus aguas verduzcas (otrora semi cristalinas) desprendían fetidez. Su paisaje pródigo de vida que antes concordaba con el azul del cielo, ahora lucía diferente. Algunas aves entre las que destacaban cigüeñuelas y gallaretas se adentraban rápidamente en la laguna cuando notaban mis pasos sobre los pastizales secos. Más allá, uno que otro yanavico (nombrado Huésped Ilustre de la ciu-dad por Ordenanza Municipal) se daba modos para encontrar alimento en sus aguas contaminadas. ¡Qué lástima! Si la gente supiera que muchas de ellas llegan de tierras tan distantes como la Patagonia o Alaska por el cambio de las estaciones para anidar, alimentarse o en busca de refugio, estoy seguro que se generaría más conciencia. En la pasada gestión, co-mo un presagio de mal agüero sufrió dos incendios intencionados. El más voraz ocurrió en septiembre cuando las llamas arrasaron ¡25 hectáreas! de totorales. La atmósfera valluna se opacó y se tornó irrespirable.
Hace poco, el Decano de la Prensa Nacional “El Diario”, informó que una de las causas principales de la muerte masiva de los peces en Alalay, estuvo relacionada por la presencia de grandes cantidades de hepato-toxinas (microcistinas) y neurotoxinas (anatoxinas) produci-das por algunas especies de cianobacterias (organismos unicelulares), cuando las condiciones de temperatura les son favorables y hay abundancia de nutrientes. Según las últimas mediciones, existirían ¡dos millones! de estas células por mililitro de agua. Si estas toxinas no son eliminadas con rapidez, continuarán afectando a la ca-dena alimenticia concentrándose poco a poco en los peces de mayor tamaño.
El Comité de Recuperación, Mejoramiento y Preservación de la Laguna Alalay (Crempla) que es la máxima instancia de protección de la laguna, creado por ley 3745 de 2007, elaboró un plan de emergencia de 13 puntos que a esta altura del “partido” estarían en su fa-se final de ejecución. Entre ellos sobresalían: la airea-ción controlada de la lagu-na con equipos fijos y mó-viles para mejorar los nive- les de oxígeno. La imple-mentación de un plan de rescate de aves afectadas. Y el incremento del control de ingreso de aguas resi-duales a los desagües plu-viales, rebalses de la red de alcantarillado y del sis-tema de bombeo de Sema-pa. Sin duda, una tarea engorrosa, mas no imposi-ble, todo para el bien de los ecosistemas de este espe-jo de agua y de la “Llajta”.
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