Clepsidra
El sorprendente, como contradictorio resultado del referéndum celebrado para ratificar el tratado de paz firmado entre las FARC y el gobierno de Colombia en Cuba, fue como un baldazo de agua fría sobre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, puesto que hasta el día del escrutinio, todas las encuestas auguraban una cómoda victoria del Sí, hasta de un 30% de ventaja sobre el NO.
Es más, entre mojitos, salsas y sandungas ya se habían efectuado los festejos de este trascendental acontecimiento, para luego rematar en Cartagena de Indias en un fastuoso ágape, donde los únicos ausentes fueron: el Papa y Evo Morales, ausencia que después de lo ocurrido, puede ser atribuida a providenciales hados metafísicos, más que a inexplicables razones protocolares.
Nada se dejó al azar en el desarrollo del mencionado festín, hasta los bolígrafos que serían utilizados para rubricar el histórico acuerdo, fueron chabacanamente diseñados, en forma de proyectil de guerra, por un nostálgico y afiebrado artista excombatiente.
Entretanto, ninguno de los comensales reparaba que en el cerebro intuitivo de los votantes colombianos, las 300 ininteligibles páginas del convenio firmado resonaban absurdas, como draconianas, especialmente algunas condiciones establecidas por los guerrilleros, que a continuación puntualizamos: a) El pago de siete mil millones de pesos anuales, durante diez años, más 620 mil mensuales, a cada guerrillero desmovilizado sin contar los 2 millones de pesos para gastos personales. b) Cada comandante devengaría un sueldo especial y por escalafón, hasta llegar al secretariado de las FARC, que tendrían un sueldo similar al de los congresistas. c) Sin necesidad de ser elegidos, obtendrían automáticamente 10 curules en el Congreso, más 16 curules indirectos, eufemísticamente llamados así, para las “circunscripciones de paz” o sea, donde sólo podrían aspirar habitantes de las zonas en poder de las FARC. d) Todos los guerrilleros presos serían liberados. e) No entregarían ni un solo céntimo producto de sus actividades ilícitas. f) El negocio del narcotráfico continuaría. g) No se mencionaba la entrega de los menores reclutados por las FARC. h) Desde la aprobación del referéndum el secretariado de las FARC entraría al Congreso con sueldo, con voz pero sin voto y a partir del 2018 como congresista por dos periodos seguidos.
De esta manera vuelve a confirmarse esa sabia, como vieja premisa sajona que señala nítidamente la marcada diferencia existente entre los latinos y los gringos. Los latinos tenemos la costumbre de festejar nuestros acuerdos o negocios antes que éstos se inicien, mientras los gringos acostumbran celebrar los suyos, una vez que éstos han concluido satisfactoriamente.
Curiosamente, algo similar a lo que ocurre en Colombia sucedió en España con el jefe del PSOE, Pedro Sánchez, que antes de permitir que el actual presidente Mariano Rajoy continúe en su cargo, pese a haber vencido en las elecciones, prefirió destruir su partido y su carrera política y, en una actitud muy baturra por cierto, confirmó ese viejo adagio que reza: “Lo que se hereda, no se hurta”.
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