Parecería que muchas autoridades -como la Ministra de Comunicación que permanentemente demanda judicialmente no solo a algunas personas por críticas que habrían hecho a su persona-, especialmente dirigen su accionar represivo a periodistas.
Represión política es perseguir y castigar actuaciones políticas o sociales de un individuo o grupo, lo que hace que exista temor a represalias. En pocas palabras, es abuso de poder.
Toda persona está en función pública es susceptible de recibir críticas, especialmente cuando no se procede con ecuanimidad, consideración, mesura, respeto. Es que “respetos guardan respetos”.
La represión política que muchas veces se da y se está dando en Bolivia impide el ejercicio de derechos civiles y de libertad de expresión, reunión, manifestación, asociación, por sindicaciones con despropósito que suelen considerarse propias de los sistemas anti-democráticos. La represión política siempre está acompañada de violencia.
La Ministra de Comunicación muchas veces en intervenciones públicas ante la prensa nacional sindica, hace advertencias, usa un lenguaje agresivo. El ejercicio de la violencia sobre los disidentes políticos pretende ser ejemplo de castigo para causar temor en el resto de la población que no comparte las medidas del gobierno. El objetivo es reprimir el ejercicio de la libertad, que queda así anulada para muchos, excepto para quienes ejercen el poder y para aquellos cuyo beneficio es recomendarse a las máximas autoridades del gobierno.
Mencionemos que la represión política es sinónimo de intolerancia ideológica, religiosa y social. Esta intolerancia se manifiesta mediante la violación de los derechos humanos, brutalidad policial, prisión, exterminio, exilio, extorsión, depuración, terrorismo, asesinato extrajudicial, ejecución sumaria, tortura, desaparición forzada y otros castigos contra políticos, disidentes y población en general.
Cuando la represión política no es sancionada por el Estado, se puede llegar a terrorismo de Estado, genocidio y crimen contra la humanidad. La represión política sistemática y violenta es característica de las dictaduras, totalitarismos y regímenes similares. En estos regímenes, la represión política puede ser llevada a cabo por la policía y organismos de inteligencia, por militantes del partido en función de gobierno, manipulados económicamente o en su caso utilizando al Órgano Judicial, hoy tan obediente a instrucciones del Ejecutivo.
En algunas ocasiones, regímenes todavía considerados democráticos vienen desconociendo valores éticos, morales, ejercen represión política y terrorismo de Estado hacia opositores como parte de su errada política de seguridad para mantenerse en el poder, utilizando métodos ilegítimos orientados a inducir miedo a los oponentes o a quienes discrepan con el gobierno. Naturalmente, van perdiendo apoyo, como en el caso de Venezuela, gobierno al que paradójicamente respalda el gobierno boliviano, siendo este hecho otro de sus desaciertos.
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