Habría que ser excesivamente optimista para pensar que la diplomacia masista va a cambiar del día a la mañana, entrando, por fin, en razón. Eso, luego de una década de vagar al son de la música del Caribe, resultaría toda una sorpresa. Sin embargo, en los últimos días, y pese al peligroso twitter que utiliza S.E., hemos podido advertir la aparición de una cierta cordura en el campo internacional.
Esperemos no equivocarnos y que un patadón procedente del Palacio Quemado no eche por los aires todo lo que, con la mejor voluntad, estamos elucubrando. ¿Qué ha sido lo bueno? Lo bueno ha sido que por primera vez Bolivia se da cuenta de que tiene a Brasil a su lado, como vecino. Enterarse que a Brasil no se lo trata metiendo tropas en Petrobras, ni sentenciando de golpista a su Gobierno, ni negándole el salvoconducto durante un año a un asilado político en su embajada, ni atestándolo de cocaína hasta las cejas.
Que S.E., después de haber hablado del “golpe constitucional” contra doña Dilma, presuntamente provocado por el presidente Temer, diga hoy que desea reunirse con su colega para garantizar la construcción del tren bioceánico que pase por territorio boliviano, ya es un signo de apertura de miras. Eso significa que a S.E, alguien, seguramente de fuera de su entorno íntimo, le ha aconsejado bien. Es la mejor forma de aprovechar con ventaja el multimillonario crédito chino que está comprometido.
Referirse a que el próximo 4 de noviembre tiene previsto un encuentro en Sucre con el presidente de Perú Pedro Pablo Kuczynski, hombre alejado de la comparsa populista, es otra señal que nos alegra a sus críticos. Perú es fundamental para Bolivia, siempre lo fue, y en la pasada década masista no hicimos lo necesario para consolidar esa amistad. ¿La razón? Que el ex presidente Humala se dedicó a trabajar por su país en vez de pajarear por las blancas playas donde se bronceaban los mandatarios “bolivarianos”, algunos de los cuales ya estaban bastante tostados. Hoy, el “hermano” Kuczynski, como ayer Humala o García, es clave para nuestra política internacional. Desde luego que su opinión será determinante en nuestro propósito de sumarnos al tren de la esperanza y eso agradará mucho a quienes se convertirán en nuestros amables y sonrientes acreedores de oriente.
Pero, además, S.E. ya no se ha referido al ALBA que es una cáscara vacía, sino a que el ferrocarril bioceánico que pase por Brasil, Bolivia y Perú, beneficiará a Argentina, Paraguay y Uruguay, es decir a las naciones del Mercosur, con excepción de Venezuela que está muy al norte. Ha dicho S.E. que la conexión que tiene la región platense con la hidrovía Paraguay-Paraná, movilizará a todos en torno a una comunicación extraordinaria que pasará por suelo nacional.
S.E., por fin, está retomando la vieja tesis de la Cancillería boliviana del “país de contactos”. Siempre quisimos ser una nación de contactos y avanzamos mucho en ese sentido durante el siglo pasado, pero todo se fue malogrando cuando politizamos nuestra diplomacia, cuando más importante era el aplauso concertado y gratuito de las multitudes en el exterior y los extravagantes títulos “honoris causa”, en vez de los verdaderos intereses nacionales. Si S.E. es amigo de Maduro y lo respalda, pues ni modo. Y si es amigo de Castro, Ortega y Correa, pues qué hacer, aunque comercialmente no signifiquen absolutamente nada. Lo censurable es que por afinidad política con amigos y por un odio insano hacia los Estados Unidos, tengamos a una Bolivia alejada de todos sus vecinos.
Los créditos chinos son abundantes y aparentemente generosos. Vendrán muchos más millones de dólares, sin duda. S.E. tendrá dinero suficiente como para gastar tanto o más que como cuando el precio del petróleo estaba en U$ 150. Además ahí están a su disposición las reservas internacionales. Es natural que el país quedará endeudado, pero serán los que vengan el 2020 quienes tendrán que pagar a los chinos. Por lo menos, ojalá, que no haya que devolver tanto dinero con intereses, por bagatelas, por canchitas, por aviones, vehículos, escuelitas aisladas, postas sanitarias sin médicos. Si vamos a pagar por buenas carreteras duraderas que vertebren toda la nación, sólo con eso y la puesta en marcha de Mutún y Rositas, ya sería aceptable el sacrificio de pagar.
Si la intención ha sido zafarse del imperialismo norteamericano o de las tantas veces maldecidas instituciones internacionales de crédito como el Banco Mundial, el Fondo Monetario o el BID, que no caigamos en un monopolio acreedor porque nada bueno nos traerá a la hora de renegociar deudas, que sin duda lo haremos.
Más allá de todo, digamos que el péndulo se ha movido mejor en el Palacio Quemado en estos últimos días. Habrá que felicitarse porque se comprenda, por fin, cuánto vale el vecindario y cuánto hay que cuidarlo. Esperamos que esto no se paralice y que los asuntos importantes sean los que se tome en cuenta en materia diplomática.
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