Aniversario con limitaciones

El 34 aniversario de la democracia en Bolivia es motivo de profunda satisfacción, aunque en rigor de verdad en el último decenio tiene sentidas limitaciones.

Para intentar una interpretación esencial del término es indispensable recurrir a la concepción universal que se tiene sobre el adjetivo. A veces se lo emplea para usos políticos de la forma más arbitraria, pues su práctica en Bolivia, al menos, no es tan cierta como se presume al decir.

De otra parte, hay gente joven que todavía no recibió la enseñanza respectiva, como también la migración campo-ciudad que se está produciendo en el país, por lo general, no ha recibido o experimentado sus alcances, menos conocer sus orígenes y justificativos.

De sus orígenes corresponde, para estos efectos, remontarse al pasado. De otra parte, es necesario anotar que existen diferentes tipos de democracia. En unos casos se la identifica con la democracia directa o pura, es decir que se la administra de forma instintiva o directa, sin tener mayores nociones de lo que se entiende como tal. Pero también hay la democracia indirecta o representativa, que se la adopta cuando la ciudadanía acude a las urnas y elige a sus autoridades por mayoría.

Su clave, en toda circunstancia, es la práctica. Porque puede darse que un gobierno elegido por el voto ciudadano, no siempre es riguroso en aplicarla en su integridad.

Si bien se recordó el pasado lunes 10 de octubre un aniversario más de la implantación de la democracia, después que entre 1978 a 1981 se registraron tres elecciones generales y nueve gobiernos. Hubo siete golpes de Estado, constituyendo gobiernos de facto y al solo haberse roto la continuidad del sistema democrático se incurrió en violaciones constantes contra la democracia, a través de represiones políticas u otras formas de ejercer la autoridad de manera discrecional.

En los 34 años que celebramos, sin embargo, el último decenio no fue precisamente el que mejor observó las distintas manifestaciones que tiene la democracia. Más todavía, desde el ahora Órgano Ejecutivo existe un dominio absoluto de los correspondientes a la legislatura, a la justicia y al electoral.

Al producirse estas anomalías, explícitamente se comete varios atentados contra la democracia en el orden del respeto a esos órganos, que se traducen en la forma absolutista de cumplir con sus preceptos básicos y el ejercicio voluntarioso de aplicar la democracia. Algunos de sus efectos son las reclusiones sin mandato judicial, la toma de decisiones legislativas, muchas veces por encima del espíritu democrático que se les debe conferir y, un caso concreto, se advierte la constante conspiración que se ejerce contra la alcaldesa opositora de la ciudad de El Alto, al extremo de haberse dado lugar a que se incendie el propio edificio municipal y los bloqueos inducidos de las vías camineras al resto del país, lo que implica suscitar un aislamiento de esa ciudad, sino de la propia sede de Gobierno.

Estas indicaciones en las actuales circunstancias ponen, pues, un cierto recorte a la vigencia plena de los 34 años de democracia.