El pasado viernes 7 de octubre, en la iglesia de San Miguel se presentó la Orquesta Boliviana de Ópera, tocando fragmentos de la ópera Carmen, de Georges Bizet, bajo la dirección de Andrés Fernández Alípaz, con músicos jóvenes en su mayoría y bastante participación femenina, alcanzando un verdadero éxito aplaudido por un lleno completo de la iglesia, destacando los vientos, particularmente el clarinete de Vivian Gutiérrez. Una presentación importante tanto por su calidad como por su trascendencia.
El crédito adquirido por la orquesta fue valorizado con la intervención de la melodiosa y expresiva voz de la soprano Susana Renjel; la mezzosoprano Akiko Makiyama, siempre esplendorosa en su voz y talante; el tenor Jorge Villarroel con suave y delicada entonación y el resurgimiento del barítono Ricardo Estrada, que se lució en El Toreador, todos ya conocidos en anteriores eventos, que recibieron entusiastas aplausos del público que quedó por demás satisfecho con el concierto, cuyo Director retribuyó con la repetición de uno de los entreactos.
Es curioso cómo la verdadera fuerza y la caracterización de la música española han sido tan bien logrados por compositores extranjeros, como son los franceses Bizet, Laló y en la canción Granada de Agustín Lara, que retratan fielmente el carácter español.
Esta experiencia nos lleva a la formación de una compañía estable de ópera en La Paz, ya que, según el Director en una rápida conversación, tienen proyectado hacer dos presentaciones anuales vivas del género, para alcanzar a unas cuatro programaciones después, lo que sería asentar el género operístico en La Paz. Se está colocando las bases para ello, sin desmerecer esfuerzos anteriores que por diversas causas se interrumpieron.
Se está formando el núcleo humano que es el musical. Ahora viene el escenario donde se desarrollen los talentos y esto toca al gobierno y a la Alcaldía de La Paz, que se interesen de una vez en erigir ese edificio del Arte que es el Teatro de la Ópera, que todas las ciudades importantes del mundo lo ostentan como un orgullo no solo musical sino como una jactancia urbana y arquitectónica, cual otro arte. No es admisible que hasta ahora la ciudad de La Paz, Maravilla como se la ha denominado, carezca de un gran teatro, postrada en una categoría aldeana en materia de música selecta, donde no se cuente con un gran palacio del arte sinfónico, de ópera y ballet, que dado el sitial cultural, político, social y artístico de que goza, esté al margen del más elevado nivel de la música. Podemos decir que esto ¡es una vergüenza!
Las autoridades de gobierno, la Alcaldía de La Paz especialmente, las empresas y público en general, deben acometer dicha obra como una necesidad de primerísima importancia, a la que deben comprometerse todos los esfuerzos públicos y privados. No olvidemos que muchos grandes teatros de ópera se levantaron por suscripción púbica, como el de Praga, por ejemplo.
Que la Dirección e integrantes de la Orquesta Boliviana de Ópera continúen con el mejor entusiasmo en ese empeño de construir un cuerpo de ópera permanente en La Paz. ¡Felicitaciones!
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