• Dejar la basura donde corresponde, evitar excrementos de mascotas en las calles y respetar las normas de vialidad son hábitos urbanos aún por trabajar en La Paz • Los niños aprenden lo que ven, no siempre lo que se dice
El comportamiento ciudadano con relación a su entorno tiene que ver con el respeto a uno mismo, a la otra persona y la medida en que se exige respeto a los derechos de todos. Desde la expresión colectiva es mostrar cómo el ciudadano se respeta a sí mismo.
Los hábitos urbanos que deterioran la calidad de vida en la ciudad de La Paz, por el impacto multiplicador en el comportamiento ciudadano, requiere de medidas transdisciplinarias, sostenidas en el tiempo y simultáneas en por lo menos tres estamentos y grupos etareos hasta logar el impacto esperado, según el análisis de la psicóloga Jannett Acuña Pomar, docente de la Universidad San Francisco de Asis.
“Mientras yo esté bien y pago mis impuestos para que limpien la ciudad, a mí no me importa. Esa mentalidad es la que debe ser intervenida mediante programas sostenidos con mensajes correctos hacia sensibilización de la vida en comunidad”, señala la profesional.
En ese sentido, señala que mientras el ciudadano como individuo no interiorice su valía como persona no valora al otro. Por tanto, no le interesa la afectación que pudiera sufrir por determinadas actitudes, explica.
Acuña explica que desde el análisis de la psicología colectiva el comportamiento urbano en la ciudad de La Paz bajo la concepción multicultural, las condiciones de urbanidad y su mejoramiento deben llegar a cada grupo social con el mensaje adecuado desde el ámbito de su cotidianidad y en qué medida afecta sus intereses determinado comportamiento.
HÁBITOS COMUNES
A decir de Acuña, la valoración de hábitos comunes está íntimamente ligada a la práctica diaria. Por tanto, un trabajo segmentado, esporádico y con mensajes genéricos no tiene el efecto de cambio en la psicología colectiva. Bajo esta realidad, lo importante es afectar los intereses de la persona en concreto.
Para cambiar la actitud de las personas que viven en La Paz respecto de ciertas normas de orden y respeto al vecino, exigen un trabajo conjunto y simultáneo para que sea la comunidad como sujeto colectivo quien asuma responsabilidad sobre la cuidad y el entorno en el que quieren vivir.
“Es un proceso de aprendizaje como el de los niños. Aprenden lo que ven no siempre lo que se les dice”, apuntó.
LA “CULTURA DEL ATAJO”
Por su parte, la munícipe a cargo de la Comisión de Desarrollo Humano del Concejo Municipal de La Paz, Kathia Salazar, afirma que a la par del desarrollo tecnológico, La Paz ha ido perdiendo los valores de la vida en comunidad, aspecto que culturalmente intenta recuperarse para restablecer el respeto al otro.
Esta indiferencia desde la vida cotidiana se refleja en aspectos básicos de vida en común, como el manejo de desperdicios que irrespeta horarios y normas, el irrespeto a las normas de tráfico vehicular, tanto por parte de transportistas como por peatones, otro aspecto es la moda de sacar mascotas a las calles para que las llenen de sus heces.
En este contexto, a firma que “La Paz no es una ciudad que vive, es una ciudad que sufre por lo descuidada, desordenada, ensuciada”, ante la indiferencia de su habitantes.
INTERCULTURALIDAD
Afirma que la ciudad de La Paz vive un proceso de transformación hacia la modernidad sobre una cultura de “pilares debilitados en cuanto al respeto al otro generando la cultura del atajo”, plantea Salazar.
La “cultura del atajo” se expresa en hecho de cumplir obligaciones con el menor esfuerzo, sin reparar si se afecta, o no, al otro. Muy lejos de lo que implica la responsabilidad ciudadana que es cumplir responsabilidades debidamente para ejercer derechos.
A decir de Salazar, el cuidado con la ciudad que acoge a migrantes y propios con el espíritu de la convivencia debe ser correspondida “con el respeto al otro, poniendo la basura en su lugar, acatar a la autoridad, especialmente en el tráfico vehicular y tener responsabilidad con las mascotas así como con el medio ambiente”, entablando un diálogo de interculturalidad desde la mirada de la ciudad.
Dejar residuos al aire libre en espacios donde el asfalto gana terreno no es un aporte, lo único que logra es hacer una ciudad, desordenada y sucia, señala la concejal tras afirmar que mejorar las condiciones de vida urbana en La Paz es un compromiso de todo ciudadano.
REORDENARNOS EN URBANIDAD
En criterio de la concejal, los habitantes de La Paz deben preocuparse en establecer mejores formas de convivencia, entendiendo que vivir bien no es un tena externo de lo cotidiano en los espacios urbanos. La cotidianidad tiene que plasmarse en preservar la cuidad y cuidar el medio ambiente, apunta.
Al respecto, la psicóloga Jannett Acuña señala que el reciclaje de diversos materiales un instrumento visualiza una nueva conciencia ciudadana respecto del orden con la basura, pero que estas estrategias deben ser aplicadas en lugares donde efectivamente sean necesarias.
Muchas instituciones realizan campañas de reciclaje y otras actividades referidas al tratamiento de material de descarte, pero muchas de éstas se difunden en lugares donde tal vez el problema no es tan grave, como El Prado en el centro paceño.
“Todos los días se genera basura, en esa misma medida se debe trabajar para generar una nueva conciencia ciudadana. No se trata de hacer una marcha en contra de la basura si al final de marcha dejan botados los carteles de reciclado. Ese tipo de activismo es nocivo refuerza una conducta inapropiada”, señala.
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