Abandono del Chaco

Es incomprensible que los bolivianos hubieran acudido a una guerra para defender la provincia del Chaco en el sur del país, la cual costó 60.000 vidas de bolivianos, aproximadamente. Fueron movilizados desde todas las latitudes del país y se reclutó incluso a indígenas para que acudan al campo de batalla, suponiendo que era obligación defender la integridad territorial del país.

La Guerra con Paraguay se perdió, le costó al país 230.000 Km2, pero en el tratado de paz se consiguió consolidar la jurisdicción boliviana de una parte del Chaco. Se entendía que si por ese territorio se puso en conflicto armado al país, es porque tenía significación no sólo geográfica, sino esencialmente era un territorio que tenía significación económica y social.

Desde aquel infausto episodio de sangre que confrontó el país, una vez más para conservar su integridad territorial, heredada desde la fundación de la República, resulta que han transcurrido 80 años desde que el Chaco boliviano sigue viviendo en la pobreza y el abandono.

Era pertinente concentrar los esfuerzos fiscales y de la propia comunidad nacional en convertirla en una región próspera y, de esa manera, justificar el gran derramamiento de sangre que costó a Bolivia su defensa.

Pese a estas y otras motivaciones que existen para que el Chaco no quede aislado en el marasmo y el olvido, su situación actual sigue siendo la de siempre, de abandono y pobreza.

Pese a ser un territorio fértil y de clima propicio para contar con una gran riqueza ganadera, en 80 años nada se hizo a favor suyo, pese a la abundante burocracia estatal que debería ocuparse del desarrollo de la integridad del país. La indiferencia es el signo fatal que atrasa al país.

En cambio, Paraguay ha convertido al territorio chaqueño que quedó bajo su soberanía, por la victoria que obtuvo en la guerra con Bolivia, en uno de los lugares de mayor progreso de su territorio.

Los paraguayos no sólo se conforman con extraer la riqueza natural del espacio suyo, yendo más allá de los elementales esfuerzos de obtener sus beneficios naturales, sino que han desarrollado industrias y es una de las importantes regiones que hoy han convertido al país vecino en proceso de creciente desarrollo y progreso.

Es necesario anotar que mientras Paraguay tiene menos territorio e igualmente inferioridad geográfica en cuanto a su extensión respecto a Bolivia, las estadísticas internacionales difundidas a inicios de este año revelaron que es un país de mayor crecimiento que el nuestro.

Esta constatación amarga al sentimiento nacional, porque demuestra que ni los gobiernos ni la población boliviana tienen la misma aptitud que la paraguaya.

Esta realidad adversa debería abrumar al propio orgullo nacional, al quedar en descubierto que Bolivia, por su extensión geográfica y su población tiene mejores condiciones que Paraguay para prosperar. Al ser esta realidad penosa y hasta vergonzosa para todos, nadie debe considerarse al margen de la culpabilidad.

Ante la punible indiferencia del resto del país, el próximo 20 de este mes, es decir el jueves próximo, las poblaciones de los municipios de Yacuiba, Caraparí y Villamontes decidirán, mediante las urnas, si aprueban o no el Estatuto Autonómico del Gran Chaco, lo que implicaría refrendar la autonomía de esa olvidada región del país.

Corresponde celebrar que se haya llegado a esta posibilidad y que a partir de una resolución positiva en el referéndum, esos abandonados pueblos del sur del país tengan la posibilidad de aunar esfuerzos y ocuparse de su propio desarrollo, sin tener que esperar el accionar oficial ni la adhesión pública nacional para impulsar su crecimiento propio, sobre la base de sus propias iniciativas y posibilidades.