En términos de relaciones internacionales y principalmente en los referidos a la diplomacia, resulta incoherente efectuar cambios de posición, de forma casi permanente. Peor cuando se incurre en ello con frecuencia.
Deplorablemente, esto es lo que está sucediendo en el trato oficial de Bolivia con Chile. Se lanzan acusaciones, cuestionamientos pero también se le formula propuestas de diálogo inmediato para resolver el diferendo marítimo que se tiene con el país vecino.
Una primera observación es que en las reclamaciones y cuestionamiento que se le hacen por no resolver el forzado enclaustramiento que sufre Bolivia, a causa de la guerra que inició Chile contra Bolivia, en febrero de 1879,es dejarse llevar por los estados temperamentales que se tengan de un día para otro sobre el tema.
Esa no es una estrategia sólida, de manera que Chile mayormente no le presta atención al problema. Más bien, se le permite reacciones igualmente destempladas. Incluso se adelantan planes de abrirle una segunda causa en la Corte Internacional de Justicia, lo que le ha permitido adelantarse a ello y presentar su propia postura ante ese órgano que tiene su sede en La Haya.
No es posible, en definitiva, que un día se le lancen diatribas y luego se le proponga un diálogo inmediato. Esta inconducta extrema dio lugar a que el canciller de Chile advierta que su país no está dispuesto a negociación alguna sobre el tema marítimo mientras Bolivia se halle gobernada por el actual mandatario nacional.
De esta manera, se le abrió el cauce para que adopte tan desusada reacción que, en términos diplomáticos, cae en lo insólito, pero en cuanto a Bolivia se le facilita a Chile que incurra en un agravio a la soberanía nacional. Pues no sólo afecta al actual Jefe de Estado, sino es como darle al país una lección sobre su derecho de tener el gobierno que sea apto para negociar con él.
En el ámbito oficial de La Paz se estima como una hazaña que el presidente Evo Morales hubiera utilizado las tribunas de las Naciones Unidas de Nueva York y Ginebra para exponer quejas y denuncias contra el comportamiento chileno, tanto en la cuestión marítima como en el maltrato que reciben los choferes bolivianos que transportan la carga boliviana de exportación a los puertos que tiene sobre el Pacífico.
En materia diplomática lo procedente es presentar notas específicas sobre esos temas al gobierno de Chile, pero no ventilarlos en tribunas internacionales, a menos que se esté poniendo en peligro la paz mundial.
Los temas bilaterales en esas conferencias resultan a veces hasta impertinentes, porque éstas se hallan dirigidas básicamente a tratar temas internacionales que sean de interés para todas las naciones. Unas veces, para tomar previsiones ante posibles alteraciones de la paz mundial y, en otras, cuando se trata de obtener acuerdos comunes sobre temas de interés de todas las naciones, y no de una o dos naciones.
En suma, Bolivia pierde seriedad y confiabilidad cuando sale del marco diplomático, para provocar reyertas verbales ante el resto de los países, los cuales tienen otras motivaciones internacionales para concurrir a cónclaves de interés mundial.
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