Cuando un amigo se va... (En memoria de Javier Altamirano)

Toda muerte es una gran tragedia… y más aún cuando se trata de alguien que compartió un momento de nuestra vida.

Conocí a Javier en 1988, cuando fui a un casting en FM 90. Por entonces mi sueño máximo era trabajar en radio.

Javier me hizo una prueba de voz y luego me descartó como locutor. Me dijo que yo no estaba listo para trabajar en radio, que a mi voz le faltaba esto y aquello.

Le dije que practicaría y volvería en una semana para repetir la prueba, él me miró con esa sonrisa pícara que le caracterizaba y me dijo: “se tarda años en mejorar la voz”.

Lo que Javier no sabía era que “cuando alguien me dice que no puedo hacer algo, me obsesiono en hacerlo”. Así que practiqué mucho y regresé en dos meses.

Javier me volvió a probar la voz…y quedó asombrado con mi cambio. Allí comenzó nuestra amistad, trabajamos juntos en FM 90, y luego cada uno siguió su camino.

Siempre estaré agradecido con Javier Altamirano porque cuando me rechazó como locutor, no me hizo daño, me hizo un bien. Porque a partir de ese momento me dediqué a perfeccionar mi voz y mis talentos de comunicador.

Posteriormente, muchas veces nos encontramos en las calles de La Paz, sonreíamos y nos saludábamos con mucho respeto. Javier era muy carismático, excelente locutor y apasionado de la radio.

Amigo: tu partida (y la de tu familia) me duele mucho. Me duele porque más que compañeros de radio, fuimos compañeros de vida… de esta vida tan corta.

Ahora que no estás… quedan las palabras no dichas, los abrazos no dados y un vacío enorme que grita tu ausencia.

Javier: ¡fue un honor haberte conocido…abrazos en la eternidad y hasta siempre!

(*) Directorde Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.

(Sigue a Gabriel Astorga y Xperticia en Facebook)