Cultura constitucional
Oscar Barrientos Jiménez
Los docentes desempeñan un rol fundamental en la educación, sin embargo, dicho rol no debe limitarse a la impartición de contenidos académicos, sino fundamentalmente a inculcar en los estudiantes principios y valores que de alguna manera intenten orientar sus jóvenes pasos por la vida. Los que tenemos la alta responsabilidad de impartir docencia, tenemos la obligación de aplicar una educación integral y es lo que intentaré plasmar en las siguientes líneas con una temática bastante preocupante: “drogas invisibles”.
El abuso de drogas inhalantes podría afectar el funcionamiento del hígado y los riñones y también afectan el sistema nervioso central y las funciones del cerebro, incluso podrían ocasionar la muerte por asfixia en el momento en que la droga desplaza el oxígeno de los pulmones. Este riesgo se incrementa cuando la droga se inhala en una bolsa de papel o plástica en un espacio cerrado, los consumidores también sufren del deterioro cognitivo progresivo, es decir el deterioro de la memoria, el aprendizaje, la atención y concentración, la memoria de trabajo y las funciones ejecutivas, esto sin mencionar los trastornos psiquiátricos, conductuales, agresividad, violencia y trastornos de los impulsos, que son más frecuentes en los adictos.
Ante tan nefastas consecuencias para la salud, preocupa de sobremanera la aparición de las denominadas “drogas invisibles”, que pueden pasar totalmente inadvertidas como las llamadas micropuntos que tienen el tamaño de la punta de un lápiz y los hay de todos los colores. Se pueden ubicar en las muñecas, en los tobillos, son una manera de consumir LSD por absorción cutánea convirtiéndose en prácticamente invisibles. Los consumidores de este tipo de drogas las ocultan con facilidad no requieren andar con un aerosol para inhalarlas, simplemente impregnan la ropa con el producto para inhalar de manera constante y prolongar sus efectos, se ponen el saco sobre la nariz, huelen las mangas del uniforme, se ponen la pañoleta sobre la cara. Los consumidores llaman a eso “cometrapo”. Vamos a “comer trapo”, estás de “cometrapo” y detectar el olor a distancia no es fácil. Los jóvenes se pueden estar drogando frente al profesor, frente a la mamá o la hermana sin que nadie lo note.
El problema se agrava ya que no todos los docentes tienen la capacitación necesaria para detectar, por ejemplo, que ese alumno que huele el cuello de su camisa con frecuencia o aquel que simplemente está comiéndose un helado en el recreo se podría estar drogando.
Las drogas son un peligro mortal para el adecuado desarrollo de las sociedades en formación, en muchas ocasiones por simple curiosidad o por demostrar que es valiente, o que es parte del grupo de supuestos amigos, incluso por simple moda, los jóvenes caen en la trampa de consumirlas pensando que solo será una vez; lo que desconocen es que puede ser muy delgada la línea que te lleve a su consumo recurrente con el inevitable deterioro del proyecto de vida (problemas familiares, personales, de trabajo, estudio etc.).
A lo largo de la historia hemos atestiguado varias maneras de destruir proyectos de vida, desde desapariciones forzadas, violencia contra mujeres y niños, detenciones arbitrarias e ilegales, etc. En las sociedades modernas, se presenta una nueva amenaza al proyecto de vida de los más jóvenes, el reto es informarnos sobre las nuevas maneras de consumir drogas invisibles y esa en una tarea urgente y de corresponsabilidad de todos.
El autor es Máster en Derecho Constitucional y Procesal Constitucional.
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