Tríptico

DON QUIJOTE

Al caballero sin reproche,

al buen Don Alonso Quijano,

ciño laurel verde y lozano

que triunfa del tiempo y la noche.

En su alma un lirio rompe el broche,

como el trébol perfuma el llano,

y sobre el necio orgullo humano

de ingenuidad hace derroche. . .

Como Perseo en su Pegaso,

de Rocinante al lento paso

cabalga el héroe valeroso;

Y ni traición, ni sufrimiento,

pueden torcer su rendimiento

a Dulcinea del Toboso.

SANCHO PANZA

Sancho: malgrado tu ironía,

que son hipócritas reservas,

quiero decirte que me enervas

con tus razones, cada día.

¿No satisfacen tu alegría

y tu apetito las protervas

frases de rústicos y siervas.

En los mesones de alquería?. . .

Si quieres ser póstuma gloria,

o de una Insula, en la historia

ejemplo vivo de templanza,

Medita más, engulle menos,

corrige el mal y abre a los buenos

la torre azul de la Esperanza. . .

DULCINEA

Por malicioso encantamiento,

aunque vulgar, fea y villana,

apareciste en la mañana

como nupcial deslumbramiento.

Sancho sonríe, en su jumento,

del homenaje a la aldeana,

que su Señor cree Soberana

Reina mirífica de un cuento. . .

Y don Quijote, ebrio de amores,

nuevo Amadís, regaba flores

bajo tus plantas, Dulcinea.

Que no comprendes su locura:

divina sed de una más pura

forma irreal, que el sueño crea. . .