No obstante ser testigos y víctimas de inmensos daños que causa el fuego, hay persistencia en las áreas campesinas y agrarias para “ganar” espacios de cultivo incendiando extensas zonas de la naturaleza. Falsos criterios producto de la ignorancia, determinan que campesinos y agricultores nativos quemen campos verdes, destruyan áreas forestales, envenenen las aguas y comploten contra la vida animal y vegetal. Casi periódicamente se ve que extensas zonas del oriente, de los valles y cabeceras de valle sean consumidas por el fuego.
El fuego causa impactos totalmente negativos sobre la atmósfera, la calidad del aire y la composición del agua; los incendios provocan que ricas especies de plantas y animales perezcan víctimas de las llamas. El fuego destruye el “humus” (calidad benéfica de la tierra) y hace que extensas zonas del territorio se conviertan en desiertos. Muchas veces, los intentos para reforestar y recuperar tierra apta para la agricultura de nada sirve porque la desertización ha ganado terrenos que son irrecuperables.
La naturaleza brinda muchas posibilidades a la humanidad porque la tierra, por los grandes contenidos benéficos que posee, permite que ésta sea pródiga por ser fuente segura y sana de alimentos, medicinas, fibras, maderas, materiales de construcción, alimento para animales y, sobre todo, abonos para la misma tierra y otros cultivos. La tierra, contiene propiedades que han sido y son el sostén de la humanidad, es refugio de miles de especies de animales y vegetación; es fuente segura de aire no contaminado y es fortaleza de las aguas que surcan ríos y lagos.
Los graves impactos que los incendios forestales causan sobre la vegetación, la fauna, calidad de aguas, impactos sobre microorganismos y la atmósfera no pueden ser cuantificadas porque parecería que el hombre, por razones económicas o intereses creados como las guerras y confrontaciones, atenta permanentemente contra la naturaleza que, de tanto en tanto, parecería mostrar su desacuerdo con todos los atentados mediante desastres que causa el fuego por causas naturales como excesos de calor o inundación de aguas que arrastran todo tipo de elementos que también destruyen extensas regiones del territorio.
Los incendios producen pérdidas incuantificables e irreparables pero lo grave es que las autoridades de nuestro país y del mundo, no adoptan las medidas necesarias para evitar las quemas o “chaqueos” que buscan sitios aptos para la agricultura, los destruyen y condenan a que se conviertan en páramos desérticos. Son significativos los daños ecológicos que causa el fuego que, cuando se produce en extensas regiones, es apagado recurriendo no solamente al agua sino a productos químicos que causan daño a la tierra y son aliados de la desertización. Gobernantes y gobernados deben realizar campañas para que el ser humano tome conciencia de que los incendios son medios seguros de muerte de todos los bienes de la naturaleza.
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