En primer lugar haré un recuento de los daños ya sucedidos y la evolución de este fenómeno mundial en nuestro territorio. Para ello usaré el trabajo detallado preparado por un equipo de investigadores de la Fundación INESAD, el cual en su presentación señala que “el libro contempla no solamente los efectos directos sino también los indirectos, dinámicos y acumulados a nivel nacional y municipal, considerando la posible evolución socioeconómica de Bolivia hacia el año 2100. El trabajo fruto de una reflexión de varios años contribuya a poner en perspectiva los desafíos que encara Bolivia y a promover el debate público sobre el cambio climático en el país y en el mundo” (Boris Branisa C., Director Ejecutivo e Investigador senior).
Lo que sigue apunta a contribuir a ese interés público, del cual el país parece no tener plena conciencia, pese a que ya la realidad está dando una bofetada a la conciencia nacional.
En el capítulo 3, titulado “Escenarios climáticos para Bolivia”, se utiliza la metodología elaborada por Andrade (2014, sobre la cual se señala que una explicación más detallada se encuentra en http: //www.1deo.columbia.edu/res/pi/arch/nonlinear.shtm), ya que se trata de un modelo matemático relativamente complejo).
Se advierte asimismo que “Dada la complejidad del sistema climático, los modelos numéricos todavía no pueden representar ciertos procesos de forma adecuada”. Dado que estos modelos matemáticos son relativamente complejos y difícilmente comprensibles para la mayoría de los lectores de un periódico, resumiré los aspectos que sirven para explicar el fenómeno que nos ocupa.
La mayor parte de los modelos utilizados en la actualidad para el estudio del clima futuro es de los denominados Modelos de Circulación General Atmósfera-Océano (AOGCM, por sus siglas en inglés). Estos modelos resuelven las ecuaciones que gobiernan la atmósfera, el océano y otros sistemas relevantes representados por el modelo, dividiendo el espacio en “cajas” o rejillas discretas (CCSP, 2008).
Con las explicaciones detalladas sobre el modelo y debido a la diversidad geográfica del país, el estudio apunta que “se estudiará cambios en temperatura y precipitación respecto al periodo 1961-1990 definido como clima presente. El periodo elegido para caracterizar el clima futuro es el periodo 2071-2100. La razón para elegir un futuro relativamente lejano está relacionada una vez más con la variabilidad climática y la manera cómo funcionan los modelos climáticos”.
Los resultados más destacados pueden sintetizarse en las cifras que siguen:
El incremento en temperaturas medias, mínimas y máximas estaría entre 2,4 y 3,7ºC para el escenario B2 y entre 3,4 y 5,1ºC para el escenario A2. Los mayores incrementos de la temperatura media corresponden al sur del Altiplano y el norte de Bolivia para ambos escenarios. Hay un incremento menor en la zona de los valles, donde existe un fuerte gradiente altitudinal. Por otro lado, en la zona del Chaco boliviano, en la frontera del Paraguay, las proyecciones muestran de manera sistemática un menor incremento de la temperatura que la media nacional.
La precipitación muestra un comportamiento más variable que la temperatura. Bajo los dos escenarios estudiados, se prevé aumentos en la variabilidad en todo el territorio. A su vez, la precipitación promedio disminuye moderadamente en la zona altiplánica y se incrementa en las zonas bajas. Por ejemplo, en el escenario A2, estas variaciones van desde -16% hasta 44%. El máximo incremento en la precipitación se observa en la zona de mayor pendiente de terreno en Bolivia, principalmente en la zona este de los Andes.
Se aprecia claramente que serán cambios significativos en cuanto a variaciones en temperatura y precipitaciones, a lo largo y ancho del territorio nacional.
Los autores señalan que los resultados obtenidos del modelo climático pueden ser usados como una base consistente para el modelo económico.
Hecha esta breve síntesis, en la próxima nota semanal presentaré un resumen del impacto económico que se puede esperar en los diferentes componentes que vinculan el fenómeno climático con la economía.
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