San Matías condenado al infierno

Quien todavía dude de la virulencia con que el narcotráfico ajusta sus cuentas a tiempo de cobrar sus adeudos bajo la consigna de “plata por plomo”, baste con observar lo ocurrido la semana pasada en la localidad de San Matías, ciudad fronteriza con el Brasil, situada al extremo este del departamento de Santa Cruz, donde dos sicarios brasileños ultimaron a balazos a cinco ciudadanos y dejaron a tres personas heridas. Dos días después de este luctuoso acontecimiento, en Pampa de la Isla, uno de los barrios más poblados de la capital cruceña, se sumó un caso similar cuando un padre y su hija fueron asesinados a tiros.

De acuerdo con las autoridades policiales y al mismo Ministro de Gobierno, esta secuela de violencia y crimen obedecería a “ajustes de cuenta” del narcotráfico, un fenómeno que desde hace mucho tiempo vaticinaron los especialistas en este tipo de delito, anunciando una inminente guerra de mafias que se avecina en Bolivia, especialmente por el lavado de dinero, una de las mayores actividades de esta práctica criminal.

Para nadie es desconocida la oferta de dinero ilegal en las áreas conflictivas, donde campean los narcos, los créditos que ofrecen son muy tentadores por la baja tasa de interés y por el poco o ningún trámite requerido para obtenerlos, salvo la estricta puntualidad requerida para saldarlos, de ahí que la política de cobranza difiere radicalmente de la ortodoxia bancaria, pues, como señalamos líneas arriba, ésta se basa en el ajuste rígido y sumario del “plomo por plata”.

Volviendo al hecho de sangre, son varios los interrogantes muy difíciles de responder, como la presencia de los hermanos Castedo Aranda, víctimas fatales de la balacera, ya que éstos contaban con antecedentes penales por narcotráfico arrastrados desde los años 2010, 2014 y 2015 lo que, si bien supone fue el móvil de su ejecución, no explica palmariamente su sospechosa libertad.

Las ejecuciones por supuestos “ajustes de cuenta” están proliferando en Bolivia y los sicarios incluso ofrecen sus servicios a través de las páginas de Internet. Por su parte, resulta inadmisible que desde el pasado 17 de junio, diez personas hayan fallecido en San Matías a manos de sicarios, entre ellos: Dalmiro Velarde, hermano de Vito Velarde, ex alcalde de esa ciudad, sin que hasta el momento se hayan tomado los recaudos suficientes para proteger la zona.

Es hora de asumir medidas urgentes, dirigidas a solucionar esta calamidad que amenaza nuestras instituciones y a nuestros más caros valores, con el riesgo de sufrir los mismos embates que agobian a Colombia o México. Dichas soluciones deben ser claras y contundentes, lo que significa comenzar desde la génesis misma del problema, como es el control al indiscriminado cultivo de coca, cuya erradicación se dice, por un lado, que bate récords sin precedentes y, por el otro, se exige un aumento de la producción permitida de 12000 hectáreas a 20.000.

Con semejante contrasentido de una política tan errática, no sólo estamos destinados a fracasar en el intento, sino a condenar al país y a San Matías al infierno.