El pago del doble aguinaldo fue determinado mediante el Decreto Supremo 1.802 el 20 de noviembre del año 2013 -año en que la economía alcanzó el crecimiento de la economía más alto en varias décadas- para que se pague a partir de esa gestión. Ese año, la tasa anual fue del 6.8 por ciento a diciembre, a 6,7 % a septiembre y a 6,1 % a junio de dicho año. En 2014 y 2015, el PIB creció al 5,5 % y 4,8% respectivamente. Una clara tendencia a la baja.
El decreto mencionado en su Artículo primero señala: (Objeto)” El presente Decreto Supremo tiene por objeto instituir el Segundo Aguinaldo “Esfuerzo por Bolivia” para las servidoras y los servidores públicos, trabajadoras y trabajadores del Sector Público y Privado del Estado Plurinacional, que será otorgado en cada gestión fiscal, cuando el crecimiento anual del Producto Interno Bruto supere el cuatro punto cinco por ciento (4.5%)”.
Y el artículo 5 dice: “Para dar cumplimiento al Artículo 1 de la presente norma, se considerará la tasa de crecimiento observada del PIB de un periodo de doce meses anteriores a septiembre de cada gestión fiscal; información que deberá ser comunicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el mes de octubre de cada gestión a los Ministerios de Economía y Finanzas Públicas y de Trabajo, Empleo y Previsión Social”. El presente año se ha tomado la decisión tomando en cuenta la información anual al mes de junio.
Dos connotados economistas se han referido al tema del doble aguinaldo, por una parte Juan Antonio Morales, con su comentario titulado “Las malas noticias” y por otra Gary Rodríguez, con su columna titulada “¿Está Bolivia en crisis?”, dado que este año no se pagará el doble aguinaldo por el crecimiento anual registrado al mes de junio y que sólo alcanza al 4,43 por ciento, “una pizca por debajo del gatillador del segundo aguinaldo”, como dice Juan Antonio Morales.
Aún más, él dice -algo que comparto- que es un error de política económica ligar esta obligación extraordinaria a las empresas con la tasa de crecimiento del PIB. Un pequeño desvío al 4,5 % genera, o no, un costo a las empresas formales, y además genera susceptibilidades, ya que unos pueden sospechar que el dato se lo ha forzado principalmente por razones fiscales, dado que los ingresos públicos han bajado.
Gary Rodríguez en el momento de calificar acertadamente que Bolivia no está en crisis, también dice que sí hay sectores que están en crisis. El error está en tomar un indicador que sólo es un promedio del comportamiento de la economía. “Es que, nada hay más engañoso que un promedio -para el caso, el crecimiento del PIB- y, es malo obnubilarse con ello”.
Si se observan los datos publicados por el INE para el segundo trimestre de este año se ve, en primer término, que si se le resta al PIB los impuestos sobre las importaciones, IVA, IT y otros impuestos indirectos, el PIB sólo crece al 4,14 %. Aún más, si se observa los 11 sectores, en los que agrega a la economía, se tiene que sus crecimientos son muy variados desde unos altos coeficientes del orden del 8,8 % y del 7,3 %, que corresponden a servicios de la administración pública, por un lado y a establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles y servicios a las empresas, por otro; a tasas negativas de 2,7 para el sector hidrocarburífero y prácticamente cero para el sector de la minería.
Si se ve el comportamiento del PIB anual que publica el INE, y que está más desagregado, se reitera con mayor claridad que el indicador global no refleja adecuadamente lo que sucede con cada sector y, mucho menos, si consideraríamos a las empresas individuales. Habrá empresas que les va bien pero otras que les va mal.
¿Entonces, como tomar un indicador que no refleja los comportamientos sectoriales y mucho menos individuales de la actividad económica para endilgarles a todos un costo adicional? El resultado es que no todos pueden pagar esta obligación adicional, con lo cual sólo se fomenta que cada vez crezca más la informalidad de la economía boliviana.
Si nos detenemos a ver el comportamiento sectorial del PIB para el año 2013, según los datos que publica el INE, primer año que se dio ese beneficio a los trabajadores formales, se confirma también una gran volatilidad entre los sectores. Desde un alto crecimiento del 18,5 por ciento en hidrocarburos hasta sólo 1,5 % en minería.
Por lo expuesto se puede concluir que la imposición sobre el empresariado boliviano para que se otorgue un segundo aguinaldo a partir del indicador de crecimiento del PIB “medido a precios constantes de 1990” no tiene racionalidad económica. Una información que anoté, a enero del año 2014, decía que de 23,500 empresas registradas en el Ministerio del Trabajo, sólo el 84% había pagado el doble aguinaldo correspondiente al año 2013.
El autor es Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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