Educación sin humanismo

Ensayo extractado del libro Política y Espíritu de Jorge Siles Salinas


Jorge Siles Salinas plasmó en sus libros sus experiencias y conocimientos que acumuló durante toda su vida.
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La orientación principal a que responde la educación pública en Bolivia no puede ser definida por su sentido afirmativo y por una idea clara de los fines que ella persigue sino, únicamente, por lo que menosprecia, por su repulsión a ciertos valores y a ciertas esferas del conocimiento.

Estas esferas son las que corresponden a la literatura, a la historia, a la filosofía, a las artes, a la religión, esto es a lo que comúnmente se designa como “conocimientos humanísticos”.

Seguramente por efecto de una antigua influencia positivista, la mentalidad boliviana, en general y no sólo la que predomina en los diversos niveles educativos, se muestra inclinada, de un modo indiscutible, a un mezquino practicismo, a la búsqueda del lado utilitario de la vida. Se diría que entre nosotros prevalece una visión unilateral de las realidades humanas, una suerte de exclusivismo según el cual las únicas formas valiosas de la cultura serían las que se manifiestan en cifras, en aplicaciones prácticas, en réditos económicos, en apreciaciones cuantitativas y materiales.

Las pruebas están a la vista, en los mejores colegios de La Paz no se estudia sino superficialmente la gramática, se descuida de manera vergonzosa la historia nacional, se deja a un lado escandalosamente la geografía, se concede una atención insignificante a la filosofía.

En cambio, justo es reconocer que los muchachos reciben una formación bastante aceptable en las materias pertenecientes a las ciencias naturales o exactas, como la química, la física, la matemática. Naturalmente, no se deja en el abandono la enseñanza del inglés, considerado como la llave que abrirá al futuro bachiller todas las puertas del éxito y la prosperidad.

Sería absurdo, desde luego, pretender restar importancia a estas disciplinas, indispensables en un programa educativo que aspire a un mínimo nivel de seriedad. Lo que entre nosotros ha resultado catastrófico es que, a fuerza de imprimir una orientación unidimensional a los estudios, nos hemos quedado con una pedagogía manca, sin proporciones, desarrollada sólo por el lado inmediatista y pragmático, pero absolutamente descuidada, en cambio, en el otro frente, el de la ilustración humanística, aplicada a los saberes que permiten el buen uso del lenguaje, la disciplina de la inteligencia, la ubicación en el tiempo y en el espacio, la apreciación de la belleza y el enriquecimiento de la sensibilidad.

No hay que insistir mucho en algo que vemos todos los días, el menosprecio bárbaro que profesan hacia la gramática gentes de todos los niveles y de todas las edades. De ahí resulta esa enorme cantidad de personas que no sabe cómo comunicar sus ideas, que utiliza un lenguaje balbuceante, que no tiene la menor noción acerca del valor de las palabras que torpemente van fluyendo de sus labios.

Que un adolescente nos diga: “La gramática, y eso ¿para qué sirve?, nos parece una tontería, perdonable tal vez en razón de algún mal profesor que tuvo la culpa, por su modo malísimo de enseñar el castellano, de semejante despropósito. Por desgracia, estas cosas no las oímos decir sólo a las personas inmaduras. A algunos educadores he tenido ocasión de escucharles ideas como las que aquí recojo: “La gramática no debe ser una asignatura propiamente dicha, en el colegio no se debe enseñar como una unidad independiente sino que en todas las materias debe darse algo de lenguaje, de redacción, de comprensión, de idioma. La gramática debe sentirse o vivirse, pero no aprenderse en forma sistemática”.

Las consecuencias están a la vista; gran número de escolares, entre los 12 y los 17 años de edad, no saben lo que es un verbo, ignoran lo que es plural y singular; pasado ni futuro, sujeto ni predicado, ni en qué se diferencian un sustantivo de un adjetivo, el verso de la prosa. Es decir, barbarie, ignorancia, noche oscura del entendimiento.

A nadie puede extrañarle, así, que una buena parte de los jóvenes que llegan a la Universidad no sean capaces, literalmente, de construir una frase.

Los exámenes escritos nos muestran el más absoluto desconocimiento de la ortografía; el mal uso de la síntesis de la impresión de alguien que camina a ciegas, raras veces se aprecia una redacción esmerada, clara, que refleje un seguro dominio de los instrumentos expresivos.

“Cuídate de despreciar a la gramática, pues por ese camino se llega a despreciar a la razón”; se dice que con frecuencia repetía esta frase un rey de Francia al heredero del trono. Por su parte, el gran Andrés Bello sintetizaba su pensamiento a este respecto del modo siguiente: “La gramática nacional es el primer asunto que se presenta a la inteligencia del niño, el primer ensayo de sus facultades mentales, su primer curso práctico del raciocinio”.

Si del campo literario pasamos al histórico o al geográfico, el balance no puede ser más deprimente. Innumerables bachilleres no saben lo que es una península, ni dónde está el Mediterráneo, ni en qué siglo deben situarse las fechas de 1942 o de 1789, ni si el Romanticismo es anterior o posterior al Renacimiento, etc, etc. Es decir, no saben dónde están parados, ignoran el cuándo y el dónde elementales de la cultura humana.

Por supuesto, estas observaciones no van en contra de los educadores. Van en contra del sistema y de la mentalidad que lo inspira.

De nada vale pretender llenar estos vacíos inmensos con unas cuantas vaguedades de una pseudo-socología para uso de los colegios. Sin la base todo está perdido. Leer y contar - Escribir y pensar. Tiene consecuencia de sí mismo y de su circunstancia. Discernimiento y juicio.

De lo contrario, el ser humano se convierte en masa inerte, en objeto pasivo. Cuando no se desarrollan las facultades del raciocinio y de la sensibilidad, el hombre se convierte en presa fácil de la propaganda, de los lugares comunes en que abunda el tiempo actual.

Todo el mundo repite entre nosotros los conceptos que tan acertadamente formuló Carlos Medinaceli respecto de los excesos de una educación alejada de toda relación práctica con la vida y sus necesidades. Medinaceli atacaba el doctoralismo, la tendencia retórica de una educación atrasada en la que era menester introducir raíces, métodos, fundamentos nuevos. Y es que el admirable escritor potosino sabía situarse en el justo término medio, sin caer ni en el extremo del puro tecnicismo ni en el del formalismo sin contenido.

He aquí lo que hace falta en la formulación de una pedagogía renovada y fecunda; el sentido clásico de la integración de las dos grandes vertientes del saber, esto es la ciencia cultural y la ciencia natural, que en rigor, no son dos realidades distintas sino la misma realidad mirada desde dos puntos de vista.

DATOS

- Jorge Siles Salinas (19261 − 2014) fue un abogado, historiador, escritor, profesor universitario y diplomático boliviano. Fue un reconocido historiador especializado en la independencia de Bolivia y la cuestión marítima con Chile.

- También abordó temas filosóficos en diferentes libros y ensayos, además de haber sido columnista en varios periódicos de circulación nacional.

- Entre muchos de los reconocimientos que cosechó por su larga trayectoria de servicio, recibió en 2003 el Premio Nacional de Cultura, el más alto galardón que concede el Estado boliviano.

 
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