A la presidenta Michelle Bachelet le queda un año y poco más de cuatro meses de gobierno, según las reglas del juego democrático chileno.
Prácticamente está en la recta final. Es decir a punto de culminar con su segundo mandato constitucional. Una gestión sumamente cuestionada por el bajo crecimiento económico, por la proliferación de la delincuencia, por los altos índices de corrupción y otros temas, que deterioraron su imagen, de manera inevitable.
“Estamos poniendo en conjunto todas nuestras energías, desde el mundo público y el mundo privado para justamente avanzar en lo que todos esperamos: que haya crecimiento y sobre todo bienestar compartido en nuestra patria”, señaló la mandataria, Michelle Bachelet, a principios de septiembre del año en curso.
En consecuencia Chile respira, en la presente coyuntura histórica, una atmósfera electoral presidencialista, cargada, como en todo proceso de esta naturaleza, de insultos y descalificaciones personales. Esta situación ha generado animadversión, confusión e incertidumbre en la ciudadanía.
Más adelante saltarán a la palestra de los debates las ideas, las propuestas o programas de gobierno, que motivarán, por cierto, la reflexión de los electores, como en todos los tiempos y pueblos. Por el momento se impone el cálculo político con miras a contraer pactos o conformar coaliciones para intervenir en la carrera por la Moneda.
De lo único que se habla ahora, en Chile, es de las elecciones presidenciales. Las municipales pasaron a un segundo plano. Aquellas se realizarán el año que viene, de acuerdo con un cronograma señalado por los organismos competentes.
En este marco las agrupaciones con posibilidades de sumar mayores votos, hasta el momento, son dos: Chile Vamos y Nueva Mayoría. Es decir Sebastián Piñera y Ricardo Lagos. Y los demás “son pura fantasía”, a decir del ministro del Interior chileno, Mario Fernández.
En suma: en Chile la competencia electoral provoca ojerizas entre quienes pretenden llegar a La Moneda para regir los destinos de dicho país. En todas partes cuecen habas, ciertamente…
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