II
Oscar Espinosa García
A partir de 2006, año en que comenzó su gestión el Gobierno del MAS, se produjo una bonanza económica, producto de los elevados precios de los hidrocarburos y minerales en el mercado internacional, algo que nunca antes se había visto en la historia de Bolivia. El Gobierno, para su fortuna, disponía ya de grandes reservas de gas y minas importantes como San Cristóbal.
La bonanza le permitió al Gobierno entrar en un tren de despilfarro de los recursos que se generaron, en el gasto corriente, en gastos superfluos, en elefantes blancos y corrupción. Pese a que el Presidente se rebajó su sueldo y lo estableció como límite para el sueldo de los funcionarios públicos, se multiplicó el gasto en la administración pública, principalmente por el aumento de los funcionarios públicos. De acuerdo con un cálculo que han hecho al costo de los viajes que ha realizado el Presidente en diez años de su gobierno en el avión presidencial, éste ha significado una erogación para el país de 100 millones de $US. Los aviones de los que disponen el Presidente y Vicepresidente son un gasto innecesario, que la mayor parte de los gobiernos no lo hacen, como el Gobierno de Austria, cuyo presidente llegó a Bolivia en un vuelo comercial.
El Presidente ha sembrado de canchas de futbol, coliseos y estadios el territorio nacional. Se está construyendo cuatro edificios públicos en la Sede de Gobierno: sedes del Ejecutivo y Legislativo, del Ministerio de Economía y de YPFB y de la Procuradoría en El Alto. No existe una razón valedera para justificar la construcción de un museo en Orinoca, más que la de ensalzar la figura del presidente. Se han construido aeropuertos en Uyuni, Oruro y Chimoré que no tienen la suficiente demanda aérea para justificar su construcción. En Sucre se ha construido un segundo aeropuerto para reemplazar un aeropuerto que ha funcionado por muchos años sin mayores inconvenientes. Para llegar al nuevo aeropuerto se tarda una hora.
Obviando la Ley Safco, las normas del Sistema de Administración de Bienes y Servicios, del Sistema Nacional de Inversión Pública y de lo que enseña la ingeniería y economía, se han construido carreteras sin justificación técnica y económica y se han edificado elefantes blancos. Cuando se produjo la caída de los precios del gas, el Ministro de Economía declaró que ello no sería mucho problema para la economía boliviana, puesto que ésta a partir de 2016 empezaría a recibir los recursos generados por los proyectos de industrialización, las empresas estatales y las carreteras.
Los recursos que tenían que haber generado los proyectos de inversión pública no han llegado a concretarse y el Ministro Arce y el Gobierno no han hecho mayores comentarios. Más bien el Presidente está hablando de otros proyectos fantasiosos como El Bala y el tren bioceánico. La lista elefantes blancos incluye al satélite Túpac Catari, teleférico, ingenio azucarero de San Buenaventura, planta Gran Chaco y la de urea y amoniaco de Bulo Bulo. En el Fondo Indígena el país ha perdido 200 millones de $US en simple y clara corrupción.
En lo que se refiere a minería el Gobierno ha gastado 182 millones de $US en el desarrollo del litio del Salar de Uyuni sin conseguir un resultado concreto. La mina Huanuni, que trabaja con 3.500 mineros, ha tenido un déficit de 15 millones de $US en 2015. En esta mina se ha construido un ingenio por 32 millones de $US que nunca podrá ser operado, porque no tiene suficiente suministro de agua. En la fundición de Vinto se ha instalado un horno que, según los expertos, está sobredimensionado.
La Administradora Boliviana de Carreteras está ejecutando un programa de construcción de carreteras por 4.747 millones de $US, que comprende la construcción de carreteras de dos carriles por 3.483 millones de $US, de carreteras de cuatro carriles (dobles vías) por 1.103 millones de $US y de puentes por 161 millones de $US. La decisión para ejecutar estos proyectos se ha hecho sin ninguna planificación y sin realizar estudios de factibilidad. Tampoco se ha contratado a las empresas constructoras en licitaciones públicas y los contratos se han hecho bajo la modalidad de contratos llave en mano. La magnitud de la inversión comprometida siembra dudas sobre si se podrá concluir con la construcción de todas las carreteras y si se ha hecho una buena utilización de los recursos, considerando la forma en que fueron elegidos y ejecutados.
Los precios del gas no son bajos y si se los hubiera administrado bien, todavía el gas seguiría siendo un sostén de la economía. El problema radica en que se están terminando sus reservas. Octubre negro ha hecho perder al país el negocio de venta del gas natural licuado (GNL) a Estados Unidos. Ahora este país es exportador de GNL y lo paradójico será que algún día tengamos que comprar este producto en un puerto chileno. El YPFB plurinacional no ha sido capaz de reponer las reservas del gas.
Si el país puede superar el prorroguismo del Gobierno, podrá quizá recuperar en parte el sistema democrático, pero recomponer el sistema judicial y recuperar las instituciones (que estaban comenzando a formarse) será una tarea muy difícil de realizar. La crisis económica, que ya ha comenzado a manifestarse, llegará en algún momento a declararse con toda su intensidad y encontrará a Bolivia (en su bicentenario) como un país atrasado y con futuro incierto.
El autor es ingeniero civil y docente de la UMSA.
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