Con gran preocupación, pero sin tomar en cuenta aspectos de carácter general, se presentó desde hace años una ola de asesinato de mujeres desde México hasta Argentina, pasando por Centro América, Colombia, Brasil y otros países, sin que Bolivia sea la excepción. Esta marea de violencia contra las mujeres no solo adquirió nivel cuantitativo, sino también características de forma, tal vez nunca conocida.
En nuestro país el asunto ha adquirido proporciones increíbles y dolorosas. El año pasado se registró en forma oficial la cantidad de 97 casos, a lo largo y ancho del país. Durante octubre pasado han sido asesinadas nada menos que 13 mujeres, En ese proceso, durante el presente año, hasta el momento, el número de asesinato de mujeres ya está superando estadísticas anteriores, sin tomar en cuenta casos no registrados por los órganos policiales. Al respecto, las estadísticas revelan que cada mes por lo menos se producen entre 10 y 14 feminicidios, cifra que para nuestro país es altamente reveladora y permite pensar que algo raro está sucediendo.
No se debe olvidar que en otros países, como México, los asesinatos de mujeres alcanzaron niveles elevados que determinaron la intervención de las autoridades, pero, pese a todo, los crímenes continúan con el mismo ritmo, aunque en menor cantidad. Al respecto, las autoridades mexicanas no han identificado, hasta el presente, las causas de esa oleada de asesinatos y los casos investigados no han aclarado el fondo del problema ni se ha identificado sus causas.
Igual que en México, la violencia asesina contra las mujeres (sin hacer referencia a la cotidiana de tipo doméstico) estalló en Argentina, Perú, Brasil y otros países, con el detalle de que, en casi todos los casos, se registran los mismos procedimientos criminales, como abusos sexuales, atentados personales, secuestros y otros que conforman un denominador común. Al parecer, alguna cantidad de esos casos se debe a atracos por asuntos económicos. Pero el número de feminicidios aumenta por casos sentimentales y personales, aunque algunas veces sin confirmación.
Si bien el problema en Bolivia es causa de preocupación general, se debe tomar en cuenta que la ola de feminicidios resulta ser no solo local sino continental, por lo que adquiere (desde ese punto de vista) una proyección que no solo debe originar la atención de algunos individuos, sino también ser objeto de investigación de parte del Estado, universidades públicas y privadas, instituciones sociales de todo tipo. Pero también debe ser objeto de estudio de sociólogos e investigadores individuales, de tal forma de no solo estudiar casos aislados, sino las causas generales que determinan los feminicidios.
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