En lo que va del año, el cambio climático nos ha mostrado su cara difícil, la parte más vulnerable para la vida y su considerable impacto en la economía, la escasez de agua y su contraparte, las inundaciones que se han dado con mucha violencia en el inicio de noviembre en Santa Cruz.
Sobre este particular, interesa revisar el aporte del estudio de INESAD, en el capítulo “Análisis de los cambios en la demanda hídrica y el índice de escasez de agua”, del cual extraeré aquellos aspectos que considero los más destacados.
- En Bolivia la disponibilidad de recursos hídricos está continuamente distorsionada por fenómenos climáticos como El Niño y La Niña, pero también por la inadecuada gestión del recurso. Estos factores contribuyen con sequías, inundaciones, escasez y distribución heterogénea a la sociedad boliviana.
- El estudio usa los escenarios climáticos, A2 y B2, generados por el modelo regional PRECIS del Centro Hadley en Inglaterra, que tiene una resolución de 50 x 50 Km (ver Jones et al., 2004; Alves, 2007; Andrade, 2009). Los escenarios muestran los cambios en temperatura mensual y precipitación mensual, que se espera entre el periodo base (1961-1990) y el periodo futuro (2071-2100).
Los objetivos específicos del estudio fueron:
• Proyectar la demanda de agua a nivel provincial, proveniente de dos fuentes: i) la demanda de agua potable y ii) la demanda de riego para agricultura.
• Desagregar la demanda de agua potable a nivel provincial y proyectarla hasta el año 2100.
• Estimar la demanda de agua para riego para agricultura y proyectarla hasta finales de siglo a nivel provincial.
• Estimar el Índice de Escasez de Agua a nivel provincial a finales del Siglo XXI, en los escenarios con y sin cambios climáticos.
Como es ampliamente conocido, Bolivia es un país rico en recursos hídricos, aunque la distribución espacial y temporal complica su manejo eficiente.
Citando al estudio “Marco Global para la Acción”, cerca de 85% del agua extraída se destina para uso agrícola a nivel mundial y Bolivia no es una excepción. Bolivia tiene la menor cantidad de tierras de regadío y los sistemas de riego menos eficientes de América Latina. La eficiencia promedio de los sistemas de riego es de 15 a 20%. Esto significa que alrededor de 80% del agua de riego se pierde antes de llegar a su destino (GWP, 1999).
Se desagregó la demanda hídrica en dos clases de: i) consumo de agua potable y ii) consumo de agua para riego. El consumo de agua potable representa el volumen de agua utilizada por las actividades socioeconómicas en un espacio y tiempo determinados y corresponde a la sumatoria de las demandas sectoriales.
El consumo de agua para riego considera exclusivamente los sistemas de riego cuyas aguas son utilizadas para la producción agrícola.
El cambio climático causaría una disminución de precipitación en las tierras altas y un aumento en las tierras bajas, mientras que la evapotranspiración aumentaría en todo el territorio (debido a las temperaturas más altas).
Cuando se considera esta información en conjunto, se encuentra que la oferta neta de agua se reduciría sustancialmente en las tierras altas (por menor precipitación y mayor evapotranspiración) y que se reduciría moderadamente en ciertas partes de las tierras bajas, porque el aumento en evapotranspiración sería mayor que el aumento en precipitación.
La demanda de agua potable al final del siglo será aproximadamente 13 veces mayor que al principio del siglo, por el crecimiento de la población, el aumento en cobertura de agua potable y el aumento en demanda de los hogares, que serán diez veces más ricos. En áreas de crecimiento poblacional más alto, la demanda crecerá más rápidamente que en este promedio.
La demanda total de agua para consumo de agua potable y riego se incrementaría 12 veces para finales de siglo en comparación con la demanda al principio del siglo. Sin embargo, la oferta hídrica de acuerdo con el modelo PRECIS, en muchas provincias se reduce en más del 30%. Solamente existe un área entre el Altiplano y las tierras bajas, donde se esperaría aumentos en la disponibilidad de agua.
Aunque el costo de la reducción en disponibilidad de agua a finales de siglo no tenga un efecto muy perceptible en el PIB bruto en términos de porcentaje, es necesario tomar acciones para los departamentos que se verían afectados, como Chuquisaca, Potosí, Cochabamba y Tarija.
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