Nuestras elecciones son mejores

La cholita cochabambina que me colabora periodísticamente, aprovechando del viaje del presidente Evo a Potosí, se valió de esa oportunidad para enviar con él un abrazo nuestro a todos los potosinos en su día, salutación a la que me colé porque tengo parientes y amigos en la Villa Imperial.

A continuación paso a contarles nuestra participación en las elecciones presidenciales realizadas en Estados Unidos el martes, contándole a mi comadritay que dicha consulta popular se realiza cada cuatro años en un día martes, pues los gringos desconocen la pésima fama que tienen los martes, por lo que nos aconsejamos entre nosotros: “En martes no te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes”. Y por eso nos va tan bien.

Lo cierto es que en las primeras horas del martes llegó a mi casa la bambina cochabambina con una respetable provisión de sándwiches de chola, una canasta de mandarinas y un termo con café caliente, para testificar los incidentes de la jornada electoral estadounidense, comparándola obligadamente con nuestras elecciones presidenciales que se realizan en domingo, aunque con menos emoción porque el ganador ya es conocido con mucha anticipación.

Toda noticia referente a la señora Hillary Clinton era aplaudida por Macacha, quien aprovechaba la ocasión para mandarle unos besos al ex-presidente norteamericano, quien según ella es más guapo que Evo Morales.

Mientras la cochabambina nacida en Quillacollo soñaba con Clinton, yo pensaba qué sucedería con nuestro país, Estado Plurinacional y Folklórico, ante un gobernante del Partido Republicano, un magnate que está más preocupado por sus propios ciudadanos que por los extranjeros y que ama a su país.

Traté de explicarle a mi discípula periodística que un hombre como el Presidente Electo de EEUU vería con más simpatía a un modesto magnate boliviano que a un cocalero del Chapare y a un renombrado tira-bombas. Seguro que existirían más posibilidades de entenderse con el famoso inversor boliviano al cual persiguen y tratan de encarcelar.

No sé si mi acompañante cholita me entendió todo lo que le dije, pero yo contribuí a consumir todos los comestibles y bebestibles que trajo a mi casa, donde triunfó Donald Trump y donde Hillary Clinton no se enteró de la existencia de una cholita cochala enamorada de su marido.