El inexorable destino mueve a los seres humanos como a marionetas en manos de hábiles prestidigitadores. Y es así que tan frágiles como somos en esta vida, que nuestra existencia se asemeja a un diminuto punto en medio de un gran universo.
Y en este ir y venir por este valle de lágrimas llamado Tierra, esta vez el vendaval nos llevó hacia un hospital donde innumerables profesionales de la medicina en todas sus especialidades, se movilizan diariamente para otorgar salud a hombres, mujeres y niños.
Es en esos instantes cuando vemos que la vida es efímera y pende de un hilo. Entonces es también cuando valoramos el trabajo de estos profesionales vestidos de blanco.
Cuánta paciencia, cuánta investigación científica y cuánto amor al prójimo otorgan estos profesionales a los que aspiran (aspiramos) a seguir admirando el mundo maravilloso en que vivimos.
Y así llegamos al famoso Hospital Obrero de la zona de Miraflores, obra arquitectónica construida el año 1955 (primer gobierno de Paz Estenssoro) y que después de más de medio siglo de existencia, es el templo de la salud donde acuden miles de beneficiarios del Seguro Social.
Dentro de esos muros y después de algunos trámites administrativos de rigor, cerebros privilegiados, y hábiles profesionales médicos de todas las especialidades y muy especialmente los cirujanos, otorgan su sapiencia a favor de nuestra decaída salud realizando intervenciones quirúrgicas generalmente exitosas.
TRATO GUBERNAMENTAL
Después de observar ese movimiento de enfermeras, médicas, médicos y auxiliares conduciendo cuidadosamente a hombres y mujeres a salas de operaciones quirúrgicas, necesariamente uno piensa que los gobiernos de turno deberían privilegiar por sobre otras actividades, la atención médica en todos los hospitales que benefician a los ciudadanos, activos y pasivos, con el Seguro Social.
No es una novedad en todo el mundo, el hecho de que la salud (la vida) de sus habitantes, es lo primordial para la existencia de las naciones. Por lo tanto, los profesionales de la Medicina deberían ser tratados con toda preferencia y con la dignidad correspondiente a sus labores humanitarias.
Como para recordar la frase bíblica: “Al César lo que es del César; a Dios lo que es de Dios”.
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