En artículos anteriores hablamos sobre el mal estado de las vías, ello incluye las aceras y las calzadas, sumando a ello el riesgo que implica circular a pie debido a cantidad de vehículos que circulan y la velocidad que llevan.
A muchas personas escuche decir “yo creo que el tema de la infraestructura es fundamental solucionar, si no partimos de tener buenos lugares para circular tanto peatones como vehículos, los hechos de transito se van a seguir produciendo y esto no pasaría si hubiera más vías y más espacio”, para otros el problema principal es “la velocidad a la que circulan los vehículos y esto tiene un responsable principal que es la industria automotriz que cada día fabrica vehículos más veloces”. Entonces para ellos limitar la velocidad de los vehículos es una buena medida para reducir el riesgo.
Son visiones distintas sobre la temática, cuando hablo de “visión” quiero aclarar que hago referencia a algo así como ¿con qué ojos veo yo el problema planteado?, o también podría decirse “donde enfoco o focalizo la cuestión principal”. Un comentario o una opinión, siempre da cuenta de una estructura de pensamiento que la sustenta, quizás uno no es consciente de ello, pero en mi rol de investigador, resulta fundamental hacerlo explícito.
Las opiniones ofrecidas por los diferentes actores de la sociedad se constituyen en opiniones que generan un largo debate entre los especialistas que aún hoy continúan y continuarán sin lugar a dudas en debates acalorados.
A estas afirmaciones denominamos “Ingenieriles”. Y denomino “ingenieril” porque pareciera ser que la solución pasa por mejoras que competen solo a la ingeniería de caminos o a la ingeniería vehicular o mecánica. Y esto está muy vinculado con la complejidad del fenómeno circulatorio y la importancia de saber “leer” la realidad.
Pero existe otra “visión” a la que denomino “humana”, que se focaliza en la persona, por sobre la “vía” o el “vehículo”. Esta visión no niega la importancia de la infraestructura, por el contrario entiende que ambas son complementarias, pero que son las personas lo principal y no lo secundario. Analicemos la siguiente afirmación: “Se necesita urgente un semáforo…”, sí, es verdad, pero más urgente que eso sería que las personas disminuyan la velocidad en forma prudencial ante una intersección. El semáforo es tan solamente una ayuda técnica/tecnológica, nada más.
En la mayoría de los casos pasa que luego de colocado el semáforo (lo que implica inversión de dinero público que pagamos todos, y donde hubiera resultado 10 veces más económico colocar un cartel de PARE), nos encontramos con otro problema, y es que nos damos cuenta de que los semáforos NO son respetados.
Entonces la “visión humana” del tránsito aporta un análisis de las CONDUCTAS (lo que la gente hace), y también las CONDICIONES en que se encuentran esas personas que circulan (esto abarca lo biológico, lo psicológico y lo social) y de los vehículos y caminos.
Mientras que la visión “ingenieril” se presenta como más restringida al abordar solo las CONDICIONES del camino o del vehículo, desechando las CONDUCTAS de su análisis o en el mejor de los casos, dejándolas en un segundo plano, ya que demás está decir que el camino, el medio ambiente o la vía de circulación, al igual que los vehículos no manifiestan “conductas”.
Sobre estos temas no debemos tener una mirada “criticona”, sino por el contrario, “crítica” y muy analítica, que nos permita modificar o cambiar nuestra conducta vial en beneficio propio y de los demás.
“El que puede cambiar su conducta, puede cambiar su destino”.
El autor es docente UNIPOL.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |