Miguel Salazar
Estamos de acuerdo con que en la vida casi todos tenemos problemas pendientes que arreglar, lo que nos lleva a la necesitad de reclamar, y a veces con mucha intensidad. Lo que no podemos entender es la forma en la que a veces hay personas que lo hacen, bloqueando las calles. Esa actitud no es otra cosa que una agresión a los demás, porque los demás no tienen la culpa de lo que sucede, para tener que soportar ese abuso, ya que lo que consiguen es impedir que cumpla sus funciones gente trabajadora, haciéndole llegar con demora a sus fuentes de trabajo o impidiendo hacerlo, o hacer que los niños no puedan asistir a la escuela.
Esa conducta se ha convertido en una pésima costumbre que los ciudadanos no tenemos por qué soportar, ya que es derivada de la incultura de los bloqueadores, quienes no hacen más que dañar a los demás, que no tienen la culpa de la causa que los conduce a su reclamo. Hay formas verdaderamente educadas de solicitar solución para sus problemas, y es hablando con las personas que pueden dar fin al asunto.
Esto nos lleva a pensar que todo lo que quieren hacer con su reclamo, es decir con sus bloqueos agresivos, es dañar a los demás, sin dejar de mencionar que además puedan haber autoridades que tienen la obligación de dar solución al problema. Si es que los bloqueadores no saben cómo solicitar audiencias, no es posible que quieran desfogarse con la ciudadanía que tiene todo el derecho a caminar libremente por las calles. Sobre esto surge otra posibilidad, y es que las autoridades no pueden dar solución inmediata al problema, sin dejar de lado el conflicto que engendra que algunas personas con responsabilidad para buscar el fin de ese abuso, no tienen la capacidad para darle solución.
Si la culpa es de las autoridades, se debería buscar personas con condiciones para arreglar esos asuntos, aunque lo que se percibe es que los atrevidos e incultos bloqueadores tienen más intención de hacer daño que encontrar solución a sus problemas. El caso es que por culpa de los agresores, o tal vez por culpa de ineptas autoridades, los damnificados y sufridos habitantes de la ciudad somos los paganos. Recibimos encima la torpeza del bloqueador, o tal vez la incapacidad de quienes deberían dar solución al asunto; bloquear no es buscar soluciones, es abusar a los demás, es una agresión que no merecemos, lo que una vez más se define como actitud de ignorancia abusiva, y agresiva de los bloqueadores.
Surge entonces la necesidad de esperar ayuda de la policía que está destinada a eso. Si a causa de la acción policial suceden casos como el acaecido en los días pasados, puede pensarse tal vez en algún exceso policiaco, pero lo que no se puede discutir es que la culpa es de los que bloquean.
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