Día de Acción de Gracias

Entre las buenas costumbre que aprendí en los Estados Unidos está la de reunirme con mi familia la noche de este jueves para dar gracias a Dios por todos los favores recibidos durante el año, ocasión que aprovechamos para sacrificar un pavo y servirnos un pastel de zapallo, siguiendo la tradición de los primeros “pilgrims” o peregrinos que llegaron a vivir en nuestro continente desde tierras europeas.

Cuando le conté todo esta historia a mi comadre que es cochabambina nacida en Quillacollo, sonrió ante ese pedazo de cultura trasplantada, rescatando el hecho de que siempre deberíamos agradecer a Dios por su infinita bondad hacia todos y cada uno de nosotros. Y fue ella quien aderezó y horneó el pavito sacrificado.

Demás está decir que en nuestra cena de Acción de Gracias estuvo mi tía Encarna, viejecita ya y mis tíos Pelópidas y Huevastián, además de tía Semáforo, llamada así porque a partir de las diez de la noche nadie la respeta.

Enviaron mensajes de felicitación por el “Thank Giving Day” mi tía Restituta viuda de Batistuta, que tiene una plantación de nabos en Suecia, y mi tía Clothilde Quiroga viuda de Von Karajan que vive en Berlín, quien siempre ha sido la más correcta de todas mis tías.

Tratando de agradar a todos mis parientes invitados, mi comadre Macacha los llenó de gentilezas, aunque mi tío Pelópidas trató de abrazar a la periodista en varias oportunidades, defendiéndose la cochala tal como yo le enseñe.

El principal discurso tuve que pronunciarlo yo como anfitrión y recuerdo haber dicho a mis parientes que nos demandaría algún esfuerzo dar gracias a nuestro Dios en una noche durante la cual mis paisanos paceños y yo sufríamos por la falta de agua a causa de la imprevisión de quienes nos gobiernan, siendo interrumpido por todos mis parientes, quienes comenzaron a gritar en coro: “¡¡¡Queremos agua para nuestra guaguas y nuestra lucha es por una buena ducha!!!”

Felizmente, la fiesta terminó en paz aunque hubo un conato de pelea entre los concurrentes cuando Pelópidas anunció que nos dirigiría la palabra mi tío Huevastián -agradeciendo por la fiesta- mientras que éste aclaraba ante la familia. “Yo no me llamo Huevastián, yo me llamo Sebastián.

Fue Macacha quien separó a los púgiles diciendo: “Cálmese don Huesvastián”.

Una feliz noche de Acción de Gracias.