Guillermo Monje L.
El problema de basura que se vivió en La Paz estos días, me hizo recordar a don Mario Mercado V. G. Hasta que él llegó a la Alcaldía de La Paz era limpiada por una colectividad de señoras de pollera con escobitas hechas por ellas mismas- con carrizo y paja brava. Estas señoras desde muy temprano limpiaban las calles y la Alcaldía en dos o tres volquetas, recogían la basura. Todo era un desorden en nuestra ciudad, las calles ya sufrían ocupación arbitraria de comerciantes que no pagaban impuestos ni tasas urbanas.
La basura se acumulaba en todas las zonas en botaderos, uno de ellos aprovechó en terreno que baja desde Sopocachi hasta la actual Av. Kantutani, tocando ya Obrajes, era un predio que se reservaba para construir obras deportivas y que se llamó jardín de la Revolución Nacional. Allí muchos niños desamparados manoseaban la basura buscando comida y utensilios que ellos pudieran vender y arriesgando su propia salud, atrozmente afectada en sus manos y en su cara, sin que nadie se ocupara de curarles, salvo un sacerdote francés que hacía lo imposible por estos pobres niños.
Las mujeres que limpiaban las calles de la ciudad también eran pobres, pues no percibían sueldos mensuales regulados orgánicamente, puesto que estaban fuera del presupuesto municipal. No les daban ropa de trabajo ni medios especiales para cubrir su diaria faena, desde las cuatro de la mañana hasta entrada la tarde.
El Sindicato de Empleados Municipales estaba en su contra y no admitía su afiliación. En esas circunstancias, don Mario Mercado aceptó ser el burgomaestre ocupando la Alcaldía que no tenía ni papel para sus propias gestiones. Obviamente los funcionarios eran mal remunerados.
En medio de ese triste panorama impulsado por su propia vocación de servicio a la comunidad, don Mario dispuso la incorporación de las barrenderas a la planilla oficial del municipio, reconociendo a favor de ellas todos los beneficios que la Ley General del Trabajo otorga, incluyendo la Seguridad Social.
De esa manera don Mario Mercado Vaca Guzmán hizo justicia social a personas que estaban marginadas, que hasta entonces eran tratadas como esclavas y verdaderas parias en su propia tierra.
Desde entonces las barrenderas municipales o “pijchiris”, en aymara, ya tienen seguros para enfermedad, vejez y muerte.
Ellas como mujeres humildes reconocieron la actitud de don Mario y llegaban hasta la oficina del Alcalde para expresarle su agradecimiento e invitándole a la celebración de misas en su honor en la iglesia de San Agustín, al lado del Palacio Consistorial, justamente donde él fue bautizado. No ha sido el único gesto noble de don Mario Mercado V. G., ya que también desplegó políticas sociales en varias minas de EMUSA que gerentaba y otras pertenecientes a COMIBOL, invitado por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, especialmente cuando el principal dirigente obrero era don Simón Reyes, que se convirtió en un sincero amigo de él.
Al espíritu social de Don Mario Mercado que hemos recordado tengo que agregar las buenas relaciones que compartía con el personal minero, con el que nunca tuvo enfrentamiento obrero patronal.
Yo puedo asegurar que toda la actividad de don Mario Mercado, tanto en lo deportivo como en lo empresarial, y como Alcalde de La Paz, era producto del espíritu social que tenía y su firme devoción por la Virgen de Copacabana. Creo sinceramente que la política de este ilustre empresario debe servir de ejemplo a otros que cumplen funciones en el sector privado o en la administración pública.
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