Desaparición del patrimonio histórico arquitectónico en La Paz

En cuantas de nuestras ciudades podemos observar el resultado de intervenciones especulativas y poco genuinas, motivadas inicialmente por una “búsqueda de identidad” o “falsa modernidad”. El sentido común esta siempre a nuestro alcance, para darnos respuestas concretas frente a grandes interrogantes, pero las mismas preguntas son traídas a colación en muchas iniciativas y programas, que necesitan basar criterios, en el respeto de las múltiples diferencias territoriales y culturales.

Estas palabras o conceptos, nos permiten analizar, qué estamos haciendo con nuestro patrimonio histórico arquitectónico, o más bien decir, que están queriendo hacer con los fieles testigos o testimonios de nuestra rica y compleja herencia cultural.

La actitud anterior tiene una explicación, aunque no una justificación, en la aparente facilidad que la arquitectura de épocas pasadas en nuestra ínclita ciudad, ofrece para ser reparada o restaurada. La intuición, el simple “buen gusto” parecen bastar, y reemplazar el criterio ESPECIALIZADO.

PALACIO CONSISTORIAL GAMLP ASAMBLEA LEGISLATIVA PLURINACIONAL

La delicada y compleja parametría de diseño que supone una intervención de cualquier tipo, en una edificación pre-existente, no existe para el restaurador “al oído” y es incomprensible para una mayoría gremial y especialmente para el ejecutivo plurinacional, por lo cual resulta cómodo suponer a la restauración la categoría de un oficio menor.

Esto no pasa de ser otro síntoma de incultura profesional, o al menos de ignorancia en la materia, que es objeto de conservación, restauración, rehabilitación o de la disciplina que ese trabajo implica. Y, por otra parte, explica, como factor histórico, muchos de los episodios de la grande o pequeña crónica de la atención prestada a la arquitectura del pasado en La Paz.

La tarea de salvar de la desaparición a un testimonio arquitectónico de otra época, e incorporarlo de una u otra manera a una función social contemporánea, incluye algo más que restauración “Sensu strictu”, restaurar implica devolver a la forma construida, entre otras cosas su primitivo y original aspecto. Esta recuperación de una prístina forma, es apenas uno de los aspectos que una determinada intervención actual en un edificio de época pretérita, puede tomar.

En efecto, si el fin que se busca es el de alojar en dicho edificio una función nueva, es posible que sea también necesario, proceder a la adaptación de estructura y espacio contenido, al nuevo uso propuesto, lo que supondría cierto grado de alteración del “prístino estado” de la edificación tratada, en contraposición del concepto de autenticidad, que definen las cartas del restauro.

Considerando la cuestión del equilibrio, se debería poner el énfasis en la exploración y definición de los recursos patrimoniales existentes en cada ciudad o región. El equilibrio debería basarse en la representación según el potencial de cada ciudad o cada campo. Considerando que la noción de autenticidad es un factor de calificación y una parte fundamental de la moderna conservación de la herencia cultural, por cierto, se la debería incorporar al proceso de evaluación de los sitios o ciudades del patrimonio cultural. Podría complementarse con la noción de integridad, en especial cuando se trata de asentamientos históricos o paisajes patrimoniales y NO como lo entiende la normativa municipal con su nueva LUSU (antes USPA).

Es fundamental considerar en la evaluación, la especificidad histórica del patrimonio cultural, en referencia a los valores de cada cultura. Finalmente, remitiéndonos al Documento de Nara, que puede haber una gran variedad de fuentes de información, incluidos “forma y diseño, materiales y sustancias, uso y función, tradiciones y técnicas, ubicación y marco, espíritu y sentimiento y otros factores internos y externos” y agrega que “el uso de estos recursos, permite la elaboración de las especificas dimensiones artísticas, sociales, arquitectónicas, históricas y científicas del patrimonio cultural que se está examinando”.

La posibilidad de intervenir en el edificio patrimonial Alencastre (Casa del Pueblo), producto de una hábil y dirigida convocatoria a “concurso de ideas” (anteproyecto), que finalmente habilitará una maniobra política para la consecución de un nuevo “bunker” andino, estimo, sin embargo que tal obra tiene una necesaria limitación, la de reducir enormemente las posibilidades de pronunciamiento crítico, sobre muchas cuestiones atinentes al tema, e impedir la profundización documental o analítica, que es necesaria para alcanzar un adecuado nivel conceptual. Esto último, es propio de una obra de nivel paupérrimo, totalmente diferente y lamentable, dirigido a un público restringido.

La migración focalizada en ciudades con centros o sitios históricos de reconocido valor patrimonial, tiene sus características muy particulares, sobre todo por su incidencia en la conservación de los valores culturales de los habitantes del sitio receptor.

La inserción de nuevas actividades que despliega la población migrante, redunda en requerimiento de nuevos espacios urbanos o el uso contradictorio de espacios existentes como calles y plazas. La vivienda en el centro histórico de nuestra ciudad, ha sufrido procesos de sobre ocupación y hacinamiento, lo cual redunda en la tugurización y la deformación de la tipología espacial, misma que se va degradando paulatinamente, ante la ausencia de una política de prevención y preservación de edificios patrimoniales y su intervención inmediata para evitar lamentables perdidas.

La marcada debilidad institucional municipal, donde no existe la certeza de que las leyes y reglamentaciones urbanas se cumplan, se deriva en una cultura del incumplimiento y la arbitrariedad, por tanto en estas condiciones es una tarea difícil la administración urbana.

En ese lamentable panorama, se debe posibilitar la intervención en inmuebles de los centros históricos, mismos que serán autorizados y coordinados, por los técnicos especialistas en la materia. Una vez que se ha verificado, con reiteración, que las acciones punitivas no tienen el resultado escarmentador esperado, pues las infracciones, siempre encuentran caminos alternativos al cumplimiento de leyes y reglamentos. Un excelente ejemplo son las intervenciones de este gobierno con la Casa del Pueblo y la Asamblea Legislativa Plurinacional, con propuestas arquitectónicas fuera de norma y de todos los criterios mínimos de respeto al entorno inmediato, con sus consecuencias de colapso en varios aspectos en el futuro.

La explicación perogrullesca de tan acertada definición, es simplemente que la formación del politiquero actual, lo predispone a tener el más frívolo conocimiento del patrimonio, el más torpemente fanático de los conocimientos posibles de la sociedad y el desprecio más olímpico de las posibilidades de la materia histórica y arquitectónica.