ESPECIALES

Visión aymara del principio de los tiempos

• Tuvo una cosmovisión ligada a fenómenos naturales


Las constelaciones dibujan figuras extrañas y fantásticas uniendo las estrellas en el cielo.

Desde siempre el hombre ha contemplado y observado el Universo que lo rodea con asombro e inquietud, sensaciones que hoy experimentamos cada vez que estamos solos frente a la inmensidad del cosmos que nos rodea.

Desde chico tuve la suerte de vivir en las afueras de la ciudad de la Plata (Buenos Aires, Argentina) sin luces molestas y con escasa contaminación ambiental lo que me permitía contemplar el cosmos en su plenitud, con una claridad que aún hoy después de tantos años recuerdo vivamente.

Eran momentos en que el hombre ya preparaba el salto al espacio, las misiones a Apolo estaban asombrándonos con sus viajes a la Luna, se hablaba mucho de vida extraterrestre, se creía que Marte podría albergar alguna forma de vida, faltaba mucho para que el cometa Halley pasara por segunda vez en este siglo, se hablaba de mandar emisiones de radio para comunicarse con seres de otros mundos y se construían miles de cabezas nucleares.

Leía todo lo que a mi alcance estaba sobre las cuestiones de vuelos espaciales, astronomía, arqueología y por qué no algo de ovnis también.

EN MEDIO DE LA NATURALEZA

Constantemente le preguntaba a mi abuelo ahí donde estábamos, en medio de la naturaleza, qué eran esos pequeños puntos de luz. ¿Qué había más allá en el espacio? ¿Podríamos viajar algún día a Marte? ¿Cómo serían los marcianos? Solo recuerdo que él me miraba y trataba de entender incluso qué le preguntaba.

Por aquel entonces me imaginaba figuras extrañas, fantásticas uniendo las estrellas dibujaba el cielo objetos conocidos cohetes, aviones o barcos; tuve la suerte de leer un viejo libro de astronomía que mi abuelo me trajo, ahí comencé a entender lo que eran las constelaciones y como a lo largo de toda la historia de la humanidad el hombre desarrolló su imaginación uniendo puntos brillantes en el cielo y dando nombre a imágenes inventadas por él, de acuerdo a su situación local, religiosa y mística.

Así comprendí qué eran las constelaciones que apenas conocíamos, hace más de 4.000 años, que construyeron pirámides, obeliscos, terrazas y observatorios para contemplar, y entender el cielo que los rodeaba. Así se desarrolló en mí una profunda necesidad de contemplar el cielo y comprender el cosmos, el universo, el infinito y poder entender que habían sentido que habían observado, que habían experimentado aquellos antiguos observadores en la prehistoria de la humanidad.

COSMOVISIÓN ANTIGUA

Hoy, con la posibilidad de estudiar profesionalmente el Universo, he tratado en los últimos años de analizar e investigar la historia de la astronomía en las antiguas civilizaciones y en especial en aquellas que están más ligadas al lugar de nuestros orígenes y que están a su vez poco estudiadas, es decir aquellas culturas de la América del Sur, desde el Perú hasta el sur de la Argentina.

Quienes habitan las llanuras o las sierras, las planicies o las mesetas, tienen la posibilidad de contemplar el universo que se extiende sobre sus cabezas de la misma manera, bajo las mismas condiciones físicas que lo hacia sus antepasados que habitaban en esos lugares.

Hoy a pesar de la tecnología y los medios de transportes rápidos recorrer las grandes extensiones de territorio entre los distintos países al sur del Ecuador, en especial de regiones comprendidas entre el sur del Perú, Bolivia, el norte de Chile y Argentina, es penoso y agotado. En estas amplias regiones donde la altiplanicie supera los 3.000 metros, observamos cielos limpios y noches estrelladas perfectas, la contaminación ambiental y lumínica aun hoy no ha llegado a dañar la atmósfera, de tal forma que contemplamos los astros, la esfera celeste como la velan nuestros antepasados en esas regiones.

La zona comprendida por el actual territorio que ocupa Bolivia estuvo habitada por diferentes culturas, civilizaciones o pueblos que de una forma u otra, se relacionaron se fusionaron y completaron un esquema celeste, un mapa del firmamento que se extendía, sobre sus cabezas muy distinto al concepto que nos han transmitido y que nos ha llegado de los pueblos de la antigua Europa.

En esas alturas y latitudes, evolucionó un pueblo aymara que mantuvo una cosmovisión estrechamente ligada a los fenómenos de la naturaleza, del medio de vida y de entorno social donde habitaba. Al igual que las culturas de Medio Oriente, griega y romana, trasladaron al firmamento en forma de constelaciones figuras mitológicas e imaginarias entrelazadas con la vida diaria, la realidad de la visión cosmogónica que los envolvía les permitía tener un firme contacto con los fenómenos celestes que observaba. La sistemática observación, la medición de fenómenos exactos de los ciclos lunares y la observación de los planetas les permitió desarrollar un calendario basado en el año solar, detectar los movimientos del Sol y la Luna, y definir en la observación diaria días más largos y días más cortos, lo que coincidía con la realidad de la naturaleza que los envolvía, siembras, cosechas, lluvias, nevadas, gestaciones, entre otros, que hacían a la realidad de la vida cotidiana.

Dentro de la cosmovisión del pueblo aymara debemos tener en cuenta las constelaciones que de una u otra manera lograban contemplar desde estas latitudes la ciudad de La Paz, que se encuentra en 16º de latitud sur, lo que hace que sean visibles muchas estrellas del hemisferio norte ciertas noches del año.

Esto permitió a los antiguos historiadores y cronistas así como a escritores modernos hacer referencia a formas de objetos que se observaban en los cielos que de acuerdo a la versión moderna de nuestras constelaciones casi no coinciden con las del pueblo aymara.

Los sabios observadores del cosmos en este pueblo llamados amautas o yatiris, definían el origen del cosmos y el nacimiento del universo como proveniente de las partículas, los elementos que dispersó un gigantesco huracán, un soplo divino así como cuando el sembrador en el campo esparce las semillas por el aire y sus lentos movimientos son los de las cosas, calmas, lentas luego de pasar la tormenta.

Lograron definir y conocer los movimientos de los “cinco errantes” (planetas que lentamente circulan por la senda del cielo conocida por ellos como la Huayra – thaki, o camino de los vientos, para nosotros el zodiaco) lugar sagrado donde los elementos las cosas quedaron después de la tormenta moviéndose lenta y parsimoniosamente.

Los habitantes del Kollasuyo mantienen de generación en generación las leyendas de los orígenes, días sin luz , noches eternas, oscuridad absoluta, observaciones posteriores, glaciaciones y diluvios extraordinarios, que más tarde dieron forma a lo conocido. Fuertes rayos que según ellos dieron origen al Comienzo al Viento Cósmico.

CONSTELACIONES AYMARAS

Las constelaciones igual que todos los cuerpos celestes se levantan por el este, para el pueblo aymará, la aparición en determinada época del año de ciertas constelaciones estaba igual que en muchas civilizaciones ligado directamente a los fenómenos naturales o sociales que los rodeaba, una siembra, una cosecha, lluvias o nevadas.

La hermosa constelación del Toro o Taurus definida así antiguamente con las famosas Hyades en su interior y la roja estrella Aldebán conformaban para el pueblo Aymara la constelación de Kotu sankha que significa gran puñado de brasas, desde la cosmogonía de este pueblo lo que se vela eran las brasas dentro de un brasero encendidas y refulgentes, marcando una época de su calendario central.

La constelación de Orión bien estudiada y conocida por la astronomía moderna conformada por las estrellas Rigel Betelgeuse, Bellatrix y Saiph, con las estrellas centrales reconocidas por nosotros como las Tres Marías. El gigante Orión representado así por la mitología occidental, era para este pueblo del altiplano el warawar kjaua, que representa un fino poncho o palio del rey o señor poderoso del lugar. Si bien el aymara describe la constelación con tres estrellas centrales a estas las llama Chaca cilithu que significa el puente que enlaza los dos cielos. ¿Es posible que los amautas de este pueblo tuvieran el conocimiento que la constelación de Orión está ubicada en el ecuador celeste? ¿Es posible que hayan observado que el centro de este poncho, es decir nuestras Tres Marías (el Cinturón del gigante cazador Orión para la mitología greco- romana) están en la mitad de los dos hemisferios? Si es así, estamos en presencia de una fuerte observación sistemática aunque es probable que solo sea una casualidad en la representación de la cosmogonía andina.

DATOS

- Una de las constelaciones más famosas del Hemisferio Norte es la Osa Mayor. En las alturas del altiplano, el aymara ha visto en esta sucesión de estrellas el manto brillante y reluciente de una anciana Abuela india, protectora de la Pacha, es decir la Tierra, por eso se denomina como junthhall-pakeri, retazo reluciente de tela con que la madre india se cubre la cabeza.

 
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