29 de noviembre de 1730
Gobernaba por entonces el virreinato del Perú José de Armendaris cuando tuvo lugar la rebelión del 29 de noviembre de 1730, movimiento encabezado por Alejo Calatayud y numerosos artesanos y mestizos de Cochabamba.
El virrey de Lima puso al señor Manuel Benero de Balero, al cargo de revisitador de la Villa de Oropesa, quién se vio en la obligación de exigir a los mestizos, incluyendo a los artesanos el pago de elevadas contribuciones para las arcas reales.
Cochabamba se preparó para resistir a Valero. Y en medio de cabildos, los artesa-nos también se unen para la lucha en contra del avasallamiento español. La tarea del re-visitador consistió, básicamente, en hacer una auditoría a las listas de empadrona-miento, ya que llegó a oídos del Virrey que había corrupción en las autoridades locales; y por otra, hacer que los mestizos prueben sus orígenes, para así diferenciarse de los muchos nativos que se hacían pasar por ellos para evitar tributos.
Los rebeldes se dirigen a la casa del platero Alejo Calatayud, para nombrarlo líder de la resistencia. Ya no se trataba de una re-vuelta ordinaria, sino de instaurar un nuevo gobierno pero sin desconocer al rey. El pueblo reunido, se fue contra uno de los símbolos más cercanos al yugo ibérico, la cárcel, la destruyen y liberan a todos los reclusos, la ciudad se ve en medio del caos, apedreo de casas de españoles y saquean algunas. Más el clero se puso en marcha con sus vírgenes y salen en procesión instando a la población a la pacificación.
Calatayud reúne a casi dos mil hombres armados y en los predios del cerro de San Sebastián los enfrenta a la caballería rea-lista, que días antes había salido de Cocha-bamba en socorro de Benero. Los rebeldes logran derrotar a los españoles hasta ensañarse con los muertos.
Calatayud es nombrado jefe de las fuerzas Armadas y se designa corregidor a don Francisco Rodríguez Carrasco, amigo suyo.
El 31 de enero de 1731, Carrasco traiciona a Calatayud, bajo la acusación de tramar una nueva revuelta, luego de una información rápida y testigos aleccionados, termina siendo torturado. El cadáver de Alejo aparece en la colina de San Sebastián pendiente de una horca, la cabeza es separada de su cuerpo y frita en aceite en enviada a Chuquisaca para exhibirla en una picota. Luego, las autoridades españolas retoman el poder.
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