El sistema de pensiones recomendado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, aplicado inicialmente en Chile, fue el detonante para destruir las bases más importantes de la Seguridad Social como tal. En ese entonces se aprovechó del régimen del dictador Augusto Pinochet para que los trabajadores chilenos no puedan expresar su repudio a tan ignominiosa medida. Ésta tuvo repercusiones en casi todos los países latinos, siempre presionados por el FMI y el BM, a tal punto que empezaron a copiar el mismo, asumiendo la hipótesis de que las personas tomen sus decisiones, porque pueden sostenerse mediante la acumulación de capital que tiene lugar en el sistema de capitalización individual.
En un esquema de capitalización los trabajadores deben ahorrar recursos durante toda su vida de trabajador para conseguir una “póliza” de vida que sostenga al mismo, durante su vejez. Indudablemente, la forma en que se planteó la capitalización individual creó muchas expectativas, y no se tuvo reparo en conocer a fondo los contratos firmados con las administradoras de fondos de pensiones, que dio grandes ganancias a dichas entidades, toleradas por el Estado.
Pero, ¿por qué en el país se introdujo la capitalización individual? Un buen señor de apellido Bedoya presentó un bosquejo del Decreto Ley Nº 3.500 de 1980 (La Reforma Previsional), promulgado por el Gral. Pinochet, al entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, documento que se constituyó en la base para eliminar el sistema de reparto, que además se basó en que el sistema anterior estaba quebrado y que no había por lo menos diez activos para soportar a un pasivo.
Varios presidentes de Chile (Alessandri, Frei, Allende) no desearon la transformación que mucho antes se había estudiado, porque se presentaban problemas graves en cuanto al valor de las pensiones, respecto al salario, pero el gobierno militar puso en vigencia la reforma, excluyendo al sector de las FFAA y de Orden (Policía).
La verdad es que no había quiebra en nuestro sistema, solo la dispersión de fondos complementarios que sirvieron de botines de guerra para quien asumía el poder. El Gral. Banzer para obtener apoyo de los trabajadores aceptaba la creación de “fonditos” a quien lo pedía. Este error produjo el fenómeno de que los gerentes de esas entidades dispongan muy alegremente de los recursos, especialmente invirtiendo en bienes que no generaban recursos para sostener las rentas complementarias.
El documento a que hago referencia era la Ley Nº 1.732 promulgada el 29 de noviembre de 1996, poniendo en vigencia en Bolivia la capitalización individual, la misma que se trabajó con datos completamente falsos, pues se había tomado la esperanza de vida en 70 años, sin conocer con cierta exactitud que en el país en ese periodo la esperanza de vida era de 58 a 60 años. Desde ese momento se cambió en forma caprichosa las edades para acogerse a la jubilación, pero el problema era más profundo, se debía acumular en cuenta individual una cantidad que difícilmente podrían almacenar los trabajadores, como resultado las rentas fueron paupérrimas para gran parte de los trabajadores, apenas llegaban al 40% de sus salarios en el momento de jubilación.
Pero, como salvadores contra una ley neoliberal (1.732), se prepara la nueva Ley Nº 065, que resultó más neoliberal que la anterior, ley que fue orientada por la Viceministra de Pensiones de Chile, en el primer periodo de la Sra. Michelle Bachelet. Lo que llama la atención es que ese documento sea apoyado por la COB, y es mucho más lacerante que un gobierno anti imperialista, anti neoliberal apruebe una ley completamente neoliberal y orientada por un gobierno pro imperialista, donde se calcula rentas miserables, por lo cual muchos trabajadores prefieren morir trabajando y no jubilarse.
Ahora bien, es necesario que todos se enteren de que en Latinoamérica el sistema de capitalización está en descenso, sino quebrado, y ha encontrado reacciones bastante serias, pidiendo nuevos sistemas que realmente favorezcan en cierta manera a quienes dejan sus vidas en el trabajo y que en el poco tiempo de vida que les queda, puedan disponer por lo menos de una jubilación honrosa.
La Ley de Pensiones actual debe ser cambiada, es una perfecta trampa, donde de inicio se señala tope de Bs. 3.200 de renta para los trabajadores, en contra de toda expectativa, pero además existe cierta discriminación, ya que los mineros tendrán como tope Bs. 4.000. El enredo que se explica en la ley es inentendible para la población en general y no tiene cómo absorber la triste realidad.
A esta altura, la transformación del sistema es urgente, y ésta creará nuevas expectativas, especialmente en el país; lo que deben pedir los trabajadores por medio de la COB es que el Estado modifique el sistema en uno tripartito, o sea aportes del Estado, Patrón y Trabajador. Su actual sistema de aporte del 3% Fondo Solidario, deberá servir solo para el grupo de los no aportantes, con este sistema realmente se justificaría cualquier innovación a la Ley de Pensiones, además que podría equilibrar los salarios con las rentas y daría oportunidad para que puedan aceptar y justificar el sentido de júbilo.
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