La danza de los malvados

Rafael G. Julio Quiroga

En el principio del cosmos todo era caos, dice la Biblia, hasta que Dios hizo el orden creando y dando vida a lo que hoy somos. En el cielo una parte de la corte celestial se reveló contra Dios, dando lugar al nacimiento de las fuerzas del mal. A lo largo de la humanidad la lucha ha sido siempre entre el bien y el mal; esta lucha eterna se radicaliza y expresa mediante la verdad y la mentira; la bondad y la maldad; la justicia y la injusticia.

En el plano científico y material siempre hay dos puntos contrapuestos. El mundo en que vivimos tiene dos polos: Norte y Sur; dos signos: positivo y negativo, marcando un equilibrio existencial; en el mundo de los hechos siempre habrá un protagonista y un antagonista. Esta sempiterna ley es para los humanos y seres del globo terráqueo; pero no para muchos bolivianos cuyo pensamiento y actitudes se contraponen a la ley del equilibrio existencial,

Como producto de la corrupción e inmoralidad, se empieza a pensar de diferente manera, así : En el mundo judicial en una demanda cualquiera, civil, familiar, penal, ejecutiva, social u otra , en la que ventilan derechos ; si el abogado patrocinante o defensor según el caso, es conocido por sus fechorías, entuertos, chantajes, etc., la contraparte en lugar de llegar al esclarecimiento de la verdad y el imperio de la justicia, con una absoluta falta de fe sale en busca de otro abogado que tenga la misma capacidad para la inmoralidad que el otro o que en lo posible lo supere en iniquidades y perversidades. Todo bajo el simple y erróneo raciocinio de: “A un maleante otro maleante “, y con el grito de guerra “fraude, trampa y cohecho” comienza la “danza de los malvados”.

De acuerdo con nuestro análisis, la razón tiene que estar con una de las partes; pero, como tanto el que la razón tiene, como el que no la tiene, han optado por las armas innobles, la justicia será la ausente; porque mintiendo no relucirá la verdad; la justicia con trampa y cohecho no es tal; no se puede obtener el bien obrando mal; y en esta contienda de malvados, si triunfa el que desde antes de litigio tenía la razón, la justicia será insana, desvirtuada, mezcla de lo cierto y la mentira. Si el que no tenía ni tiene la razón triunfa, la injusticia será incompleta y limitada y con alguna razón justificada por el uso de la inmoralidad del oponente que si tenía la razón, será una injusticia a medias. La verdad y la mentira no tienen puntos medios, una verdad a medias no es verdad; una justicia a medias no es justicia.

El que para obtener justicia usa armas innobles e inmorales, pierde el derecho a la justicia, porque la lucha se radicaliza entre el mal y el mal, yendo en contra del equilibrio existencial del que hablamos, es como si el polo Norte desapareciera, quedando solo el polo Sur, entonces la fuerza centrífuga expulsaría al globo terráqueo del sistema solar; ahora bien, si va a persistir la lucha entre el mal y el mal, el raciocinio en el infierno será así: “Nosotros los demonios haremos la justicia de los hombres”, y Mefistófeles, Moltoc, Luzbel y Belcebú nos invitarán a participar de su fuego eterno.

El mundo occidental actual, con su tan decantado término modernismo o mundo liberal, nos lleva hacia una sociedad ilógica; donde la carrera por amasar fortuna no tiene límites, conduciendo al hombre a la lucha entre el mal y el mal; muchos razonan diciendo que se debe escoger el mal menor, pero no obstante de ello, el mal seguirá siendo el escogido.

La humanidad actual debe seriamente pensar que la lucha debe volver a ser entre el mal y el bien, entre la justicia contra la injusticia. La verdad contra la mentira. Es preferible que alguna vez la injusticia triunfe sobre la justicia, porque quedará así la esperanza de que pronta o lejanamente se impondrá la justicia, y el término de bien, justicia, verdad, bondad, no se perderá de nuestro lenguaje diario.

Cochabamba, noviembre de 2016.

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