Si al Dr. Melchor Pinto le correspondió en vida luchar por los derechos cívicos y políticos de los cruceños durante los años 50 y después, su hija Charito y sus nietos han optado por continuar con la obra de sus padres y abuelos -de doña Leticia también, por supuesto- a través de la cesión en comodato a nuestra ciudad de un espacio excepcional para el mejor desarrollo del arte y el pensamiento, de la cultura en suma.
El espacio no es nada menos que la vieja casa solariega de la familia, construida durante las primeras décadas del siglo pasado, donde tantos hombres y mujeres llegaron hasta sus puertas en busca del socorro del médico, del Dr. Pinto, de aquella persona paternal cuya faceta de profesional generoso y comprensivo se ha preterido ante su liderazgo político como presidente del Comité Pro Santa Cruz y sus persistentes y valientes reclamos de las regalías cruceñas y de sus libertades, frente al poder central de entonces.
Han transcurrido seis décadas desde aquellas jornadas de coraje, cuando tanto jóvenes idealistas acompañaron a don Melchor, y ahora, cuando nuestra ciudad alcanzó muchos de sus objetivos y creció, vuelve a asomar la imagen del médico -esta vez con la compañera de toda su vida- para que a través de su descendencia se realice un aporte más a su tierra, una contribución cultural que es tan necesaria en Santa Cruz, antiguo pueblo sumergido en el trabajo del campo, del pequeño comercio, pero alejado del saber, porque sus condiciones de vida no se lo permitían como hoy.
La vieja casona republicana de estilo español que está a media cuadra de nuestra plaza principal, ha sido remozada y ahora, en este día, un grupo de destacados intelectuales, con la guía del incomparable Marcelo Araúz y de Álvaro Flores, iniciarán otro empeño más en pro de la cultura, que se suma a los muchos que ya han sido lanzados y que ubican a Santa Cruz en una posición muy importante en lo que se refiere al desarrollo de la ilustración y del saber en el país.
Es seguro que esta fundación cultural obtendrá el pleno respaldo del pueblo cruceño, pero será necesario, también, que una iniciativa que cuenta con una sede de privilegio, obtenga el respaldo económico no sólo municipal y de la Gobernación, sino el patrocinio de los empresarios y de personas de recursos que son conscientes de que la región requiere de una real formación educativa, de aprehender arte, ciencia y humanismo, para que el desarrollo cultural e intelectual nos haga mejores ciudadanos, que tanto necesitamos.
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