Urgencia: lograr agua y reforestar el país

El gravísimo drama de no contar con agua potable para consumo humano y para las urgencias de riego en las áreas rurales y para la vida de todos los sitios poblados del país, obliga a todos, gobernantes y gobernados, a empeñarse en construir grandes represas que provean de agua a todo el país aprovechando de los grandes ríos que pasan por el territorio nacional y desembocan en los océanos sin haber prestado ninguna utilidad a su paso por extensas áreas geográficas.

El no haber previsto la situación que se vive, la ninguna profesionalidad previsora, la carencia o no dotación de recursos financieros y la poca o ninguna visión de las autoridades de gobierno han hecho que La Paz, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca y Tarija vivan privados del agua. Mucho se ha dicho en niveles de gobierno para culpar del hecho a personas que el propio régimen ha contratado, el haber confiado en ellos sabiendo que no contaban con las condiciones profesionales ni experiencias para dirigir servicios y proyectos que requieren mucha conciencia, alta capacidad profesional, responsabilidad y carácter para hacer que las autoridades, ante planes efectivos que debieron presentar, financien las obras que había que realizar.

Grandes ríos como el Madre de Dios, Orthon, Beni y otros surcan extensas regiones del territorio con aguas dulces, aptas para todo tipo de usos, en casos con los debidos tratamientos de purificación especialmente para consumo humano -y solamente se ha pensado en ellas con miras a realizar proyectos fantasiosos como serían las hidroeléctricas del Chepete y El Bala que causarían inmensos daños a miles de hectáreas destruyendo ricas tierras, bosques, riqueza animal y vegetal-; pero, no se ha pensado desviar, parte mínima del gran caudal de agua de esos ríos y darles albergue en varias represas que sean grandes reservorios debidamente cuidados y tratados.

Mucho se habló sobre el gran problema en estos días y poco se ha dicho sobre los inmensos daños que causa su carencia; una de esas desgracias es que extensas zonas boscosas en valles, altura de valles y bosques han sufrido grave defortestación y requieren atención y provisión de agua y provisión de agua para evitar el peligro de desertizarse, de convertirse en páramos inútiles. Centenares de muertes de ganado vacuno, caballar y ovino se debe lamentar porque la sed acabó con sus vidas. Jardines y sitios de esparcimiento en ciudades están yermas y secas, no reciben riego alguno; ciudades que claman por el agua; poblaciones que lamentan la insensibilidad de autoridades de gobierno que prefieren destinar millones de dólares a construcciones faraónicas, planes demagógicos y campañas político-partidistas con miras a una cuarta o quinta reelección.

El país requiere ser reforestado, se deben plantar árboles en una campaña de realizaciones forestales en todo el país y las alcaldías municipales -como el caso de la ciudad de La Paz- suprimir la manía de derribar árboles o minimizarlos hasta hacerlos enanos que no prestan ningun beneficio a avenidas y calles de la ciudad, urbe que podía contar con buena cantidad de arboleda y sitios verdes, pero que la inquina de autoridades municipales que saben poco o nada de sus deberes permiten que sean destruidos.

Una simple frase expresa: “País que es verde en sus tesoros de árboles y plantas, conserva el verdor de sus esperanzas para construir mejores días de su vida”. Esta es realidad que las autoridades no toman en cuenta porque creen que debe invadirse cualquier territorio en busca de petróleo, minerales o cualquier bien negociable, pero, como sus empeños son poco o nada responsables y lo mucho que consiguen es destruir la naturaleza, atentar contra pueblos o comunidades humanas asentadas en ricas zonas selváticas que precisan ser conservadas, arborizadas, cuidadas y mantenidas considerándoselas como pulmones de vida de millones de habitantes.

Hay, pues, urgencias inmediatas que deben ser atendidas: inversión en aguas, construcción de represas que alberguen mucha cantidad y en varias partes de cada ciudad y todo ello desviando siquiera una mínima parte del amplio contenido de ríos; que los costos serán altos, innegablemente, pero serán de utilidad nacional para las presentes y futuras generaciones. Es urgente realizar inversiones en vez de construcciones faraónicas e innecesarias, gastos fastuosos que no significan bien alguno para el país, realización de seminarios y congresos político-partidistas que no sirven a nadie y evitando muchos otros gastos que sólo implican derroches insulsos y crecimiento de cuadros de corrupción.

El país requiere de acciones rápidas pero honestas y responsables; lo demás será repetir los errores cometidos en once años y acrecentar los yerros de otros gobiernos que tampoco han sabido o no han podido encarar las obras que precisaba el país.