El Templo de la Buena Voluntad

Una de las construcciones espectaculares de Brasilia, la capital del gigante sudamericano, es el Templo de la Buena Voluntad. Se trata de una moderna obra que concitó expectativa mundial el 21 de octubre de 1989, que fue el día de su inauguración en medio de fastos pomposos en los que tuvieron una participación prioritaria los niños y ancianos, al margen claro está de todas las principales autoridades de distintos niveles del país vecino. El impulsor que soñó y concretó ese gigantesco proyecto en un período en el que Brasil pasaba por una gran inestabilidad económica, fue el predicador y periodista, José de Paiva Netto, actual presidente de dicha entidad. La espectacular construcción en el presente es uno de los principales centros de atracción que tiene esa urbe.

Lo que no deja de llamar la atención es que la Legión de la Buena Voluntad, identificada con el Ecumenismo Total, ha decidido abrir esas puertas para toda la humanidad. Según estimaciones de la Secretaría de Turismo del Distrito Federal de esa región brasileña “caravanas de peregrinos, oriundas de varias partes del mundo, consistente en más de un millón de personas por año, hacen que el Templo de la Paz sea el lugar más visitado de dicha capital”. El sueño se inició el año 1984, mientras que la piedra fundamental fue colocada en 1986, y en 1989 los sueños fueron una realidad. Paiva Netto, ferviente creyente de Dios sostuvo que “todo lo que hay en él -hasta sus propias piedras- proclaman que Dios es Espíritu y como tal les corresponde a los hombres adorarlo”. Para llevar adelante su edificación, reflexionó señalando: si se necesita un techo para que las personas se protejan de las intemperies atmosféricas, es urgente un lugar que las abrigue de las tormentas del sentimiento, sin considerar las diferencias religiosas, ideológicas, políticas, económicas, de modo que se reconstruyan espiritualmente descansando de las inquietudes internas. Todo el mundo padece algún dolor que no le cuenta a nadie, desde los más poderosos hasta los más simples de los hombres, también los hermanos ateos”.

Se puede decir que no caben egoísmos, sectarismos, diferencias, pasiones desenfrenadas, odios -y todo lo negativo a lo que da lugar el ser humano- en esta filosofía de buena voluntad y el ecumenismo total, y mucho más cuando alguien, cualquiera, tiene o tendrá la fortuna de visitar esa imponente pirámide de 7 caras, con 21 metros de altura y 28 metros de diámetro, con un cristal puro en su pináculo, dentro de un Complejo Ecuménico de 11 mil metros cuadrados, fuera de sus anexos tales como la Galería de Arte, la Sala del Silencio, la Fuente Sagrada, jardines subterráneos, con elevadores y rampas para permitir el desplazamiento cómodo de la gente de la tercera edad y los discapacitados. Esta institución que ha llegado hasta nuestro país y se ha establecido con buenos augurios bajo las premisas mencionadas, hoy ha logrado que centenares de niños puedan ser cobijados en la “LBV”, lo que constituye una ayuda decidida a los hogares bolivianos que menos tienen en La Paz y Santa Cruz. Roselí García y Moisés Franchi, son nuestros buenos amigos que cumplen e impulsan esa decidida y comprometida labor bajo la inspiración de su guía José de Paiva Netto.