Hay que empezar por admitir que no es una incidencia momentánea la falta de agua en la ciudad de La Paz. Tiene en mucho las características de un drama, porque no tiene plazo ni medida su duración; una vez que se examina se encuentra que no tendrá solución porque llueva o no, sino porque sus raíces son estructurales.
La causa está más allá de lo que podría haberse imaginado. Se habló del cambio climático, pero vemos que en el país y, en particular, podrá hacerse presente nada menos que en la ciudad de La Paz, pues a priori se suponía que teníamos asegurado su abastecimiento con las lluvias y el deshielo de los nevados de la Cordillera de Los Andes.
Si hubiéramos sido más acuciosos, podía haberse investigado en profundidad el hecho de que nuestro bello e imponente Illimani, en el último año, perdió ya la nieve en su costado izquierdo, viéndolo desde la ciudad.
Ahora podemos explicarnos la causal, empezando por no haberle dado importancia y, consiguientemente, encontrar una explicación a tal fenómeno natural.
Con lo ocurrido es ya posible prever que ese proceso avance y que puede terminar en lo peor, que el cono montañoso también termine perdiendo la totalidad de su manto blanco, hasta quedar reducido a otra montaña desnuda, como otra más de las que rodean al paisaje paceño.
Los procesos naturales de esta índole no son rápidos, pero tal situación puede ponerse de manifiesto en una década, siendo moderadamente previsor.
La causa será, sin duda, el cambio climático. Ahora mismo estamos experimentando que los días de sol se han tornado más cálidos de lo que anteriormente sucedía en La Paz. Este es el designio inapelable de la naturaleza. Ahora mismo se observa que el cielo está cubierto por las nubes y permanece así todo el día. Cuando esto ocurría, era el anticipo de lluvias fuertes. Empero, al presente, no se están produciendo ellas, con excepción de la lluvia de la noche del jueves.
Apenas caen unas pequeñas lluvias sobre alguna parte de la ciudad, pero no son ya duraderas. Algo más, las precipitaciones son cortas y sólo alcanzan a uno u otro espacio de la ciudad, pero dejaron de ser totales, como las experimentábamos en el pasado reciente.
Este es, entonces, el mensaje que recibimos del espacio celestial. Un informe reciente de Senamhi, publicado en EL DIARIO, indicó que en este año ha llovido, en promedio, sólo en un mes. Los otros once fueron secos.
Esta es la demostración efectiva de que el cambio climático está ya entre nosotros y que su realidad más cruda la estamos confrontando desde hace casi un mes en la ciudad de La Paz, al haber dejado de tener abastecimiento regular del líquido elemento.
El próximo año será igual o peor, según las estimaciones meteorológicas conocidas. Por tanto, la carencia de agua en La Paz se prolongará. En vista de ello, se requiere iniciar trabajos estructurales con la mayor urgencia.
No es cuestión de únicamente perforar pozos, sino de restablecer la normalidad en el aprovisionamiento de agua a La Paz. Para este efecto, lo que parece ser la única solución es tender acueductos de los grandes ríos del norte de La Paz y principalmente de la región oriental. Por supuesto, hacerlo con la mayor racionalidad, es decir no provocar otros problemas al resto del país.
En estas circunstancias, no se trata de adoptar medidas políticas circunstanciales, sino convocar a una reunión de profesionales en hidrología y de otras especialidades que sean afines en el estudio de planes y de ejecución de obras para resolver el problema a largo plazo. Cuanto antes se proceda a ello será mejor.
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