¿Preparados para lo peor?

Este artículo no hace más que reproducir la indignación de la prensa y la población ante la predecible emergencia del agua y una respuesta del Presidente del Estado. Por ello no faltan quienes hoy se preguntan: ¿Cómo es posible que el Jefe de Estado nada supiera de la amenaza directa que se cernía sobre la población de la propia sede de Gobierno? ¿Su Ministra y su Fiscalizadora AAPS no le informaron? ¿No cuenta su administración con un Ministerio del agua que coordine estrategias con los países de la región y otros? ¿No era su obligación conocer en su momento la situación de los embalses y preparar los planes de contingencia para hacer frente a la reducción del caudal líquido?

¿Los efectos del actual desastre no podían ser previstos, abordados y/o controlados en su inicio? ¿Cómo pedir a la población (que cumple religiosamente con sus facturas de pago) que “se prepare para lo peor”, cuando la administración no se encontraba “mínimamente preparada” para hacer frente a la contingencia antes, durante y después de la catástrofe?

¿Acaso lo que sucedió con el lago Poopó, el fenómeno de El Niño anunciado hasta el cansancio y la sequía devastadora entre 2015 y 2016 no fueron “avisos” de advertencia “para lo peor” no solo de la naturaleza sino de organismos internacionales? ¿Hay total falta de interacción social, de formación de recursos humanos para políticas de largo plazo orientadas al mantenimiento del recurso hídrico? Al respecto, oportunamente el investigador Dirk Hoffmann (BBC para Bolivia) declaró que “durante 20 años casi no se hizo nada para construir nuevas captaciones de agua; en cambio, en ese mismo tiempo la población se duplicó”. Nos recordó, asimismo, que recién en 2014 se empezó a construir una nueva represa.

En conclusiones, ante la total falta de estrategias para el uso del recurso, queda exhortar a la administración de turno y dependientes para al menos hacer uso del derecho comparado de países de la región, que hoy cuentan con planes y proyectos de gestión integral e implementación para asegurar la sostenibilidad del líquido elemento. Conducen, organizan y administran un Sistema nacional estratégico de Información de Recursos Hídricos para una gestión integrada y totalmente precavida.

Deplorablemente, el gobierno y sus epígonos no asumen hoy la calamidad y pretenden redimirse acusando al consabido capitalismo, imperialismo y/o “pasado neoliberal”, eludiendo su culpabilidad y derivando responsabilidades, ¡cuándo no!, a personal subalterno, ante total falta de idoneidad.

Por ahora, la presidencia del Estado plurinacional debe estar convencida de que la respuesta al actual problema hídrico y despilfarro económico y medio ambiental es de orden técnico científico y de peritaje, de ninguna manera político distractivo, publicitario, de danzas o folclórico.

El autor es abogado.