Repostulación a la vista

Entre las tramoyas de la política que se ejercita actualmente en muchos países, entre ellos Bolivia, está la recurrencia a los subterfugios para conseguir lo que personalmente se desea. Con ello lo que se demuestra, en el fondo, es que la política se la practica a gusto y sabor de aquellos que se interesan en ella.

En unos casos por la ambición de poder, que en muchos es insaciable, aunque no se lo merezca plenamente, por no reunir las condiciones mínimas, siquiera, para tanta pretensión. En otros, es por el puro afán de figuración, de dar satisfacción al ego personal, sin medir los alcances de lo que se pretende.

Estas puntualizaciones emergen de las idas y venidas en que incurre el presidente Evo Morales. Inicialmente, hace algunos meses, insinuó la posibilidad de que vaya a una nueva reelección. Incluso convocó al referéndum nacional de febrero pasado para obtener un apoyo legal para el efecto. Pero el resultado de la decisión ciudadana fue negativo. O sea que la mayoría no deseaba que Morales se repostule.

En este punto, habrá que recordar que la Constitución Política del Estado admite solamente una reelección. En el caso de Morales, actualmente está cumpliendo esta norma, pero de pretender otra más lo coloca flagrantemente fuera de la legalidad y legitimidad.

Pese a ello, Morales ahora está disponiendo que un congreso nacional del Movimiento Al Socialismo, a realizarse del 15 al 17 de este mes, defina si va o no a la re-re-reelección. Es decir, a una tercera repostulación.

Como quiera que el MAS no es precisamente un partido político, sino una agrupación de sectores sociales, sindicalizados o no, será esta instancia la que decida su repostulación.

Como quiera que ese agrupamiento le es solidario, a pesar de que en el último tiempo se han producido algunos retiros o deserciones, no cabe la menor duda de que satisfará su deseo personal para seguir gobernando. Sin reparar en que ese grupo no está investido de legalidad alguna para adoptar una decisión de tanta magnitud, no hay duda de que la repostulación está a la vista, o sea que será un hecho, sin fijarse en violaciones constitucionales y éticas. Éstas últimas estrictamente de la índole personal que se tiene.

Al margen de tal eventualidad, quedaría por ver si la mayoría ciudadana que participará en las elecciones de 2017, dado además que ella es obligatoria por norma constitucional, le permite o no una tercera reelección.

A propósito, cabe recordar que en las elecciones de 2014, se denunció fraudes, no solo en áreas urbanas, sino rurales. Pese a ello, en las nueve capitales de departamento se pronunciaron en contra. En este caso, lo extraño fue que saliera reelegido por una parte de las provincias.

Acerca de ello, resulta pertinente anotar que de acuerdo con el Censo General de 2001, la población urbana es la mayoritaria. Pues, mientras en las ciudades habita casi el 70 por ciento de los habitantes del país, únicamente el 35% es rural, entonces ¿cómo se concilia la posibilidad de que la segunda reelección le hubiera sido ciertamente favorable, pese a esas diferencias en materia poblacional? Sin duda, los lectores tienen la respuesta.