Por Lara Lázaro
• Exige reconversión a 1,5 grados celsius en la temperatura global
La construcción del proceso de negociaciones internacionales tiene retos cambiantes. El año pasado por estas fechas el objetivo era la adopción del Acuerdo de París. Alcanzado este hito, el foro se puso en la ratificación del acuerdo, al menos, en 55 partes que supusiesen el 55% de las misiones mundiales.
La ratificación por parte de la UE (entre otros) el 5 de octubre de 2016 hizo posible cruzar el umbral porcentual que permitía la entrada en vigor del Acuerdo de París que se produjo el pasado 4 de noviembre. Por delante quedan retos no menos complejos que los ya superados.
La definición de la arquitectura institucional que comienza en Marruecos en la COP22, la implementación de los compromisos y el aumento de la ambición son ahora las tareas pendientes.
Si bien la cumbre del clima que se celebra en Marrakech entre el 7 y el 8 de noviembre es menos mediática que la COP22, en la que se adoptó el Acuerdo de París, el desarrollo del reglamento de dicho acuerdo, que se espera finalice en 2018, proporcionará las reglas del juego internacionales que acompañarán la transición hacia un modelo de desarrollo de bajas emisiones.
En este sentido la COP22 podría ser juzgada por la historia como un hito en el desarrollo institucional de la lucha climática, si nos proporciona la hoja de ruta para que el acuerdo de París esté plenamente operativo en 2020.
Parece que la historia se repite y que Marrakech, al igual que sucediera en la COP7 en 2001, será el escenario de los primeros pasos del desarrollo reglamentario del acuerdo global de lucha contra el cambio climático que sucederá al Protocolo de Kioto.
TEMAS PRIORITARIOS
A nivel global, si la pre-COP puede servir de guía para entender cuáles son los temas prioritarios de la COP22, los siguientes serán algunos de ellos: (1) la entrada en vigor acelerada del Acuerdo de Parías; (2) el desarrollo de la primera reunión de las Partes del Acuerdo de París (CMAI); (3) los medios de implementación (incluyendo el desarrollo de capacidades y la financiación; (4) la inclusión de la información proveniente de los actores no estatales en el proceso de toma de decisiones a través de la Agenda de Acción Climática Global y con el impulso del primer Foro Global de las Alianzas y Coaliciones; (5) el desarrollo del reglamento (rulebook) del Acuerdo de París; y (6) el análisis de la acción pre-2020. De lo anterior se deriva que con el permiso de los resultados electorales de EEUU la COP22 será una cumbre técnica.
Los países en desarrollo tienen como objetivo para la COP22 avanzar en materia de financiación, adaptación, pérdidas y daños. Los países desarrollados, por su parte, impulsarán los ámbitos de la transparencia y de las revisiones quinquenales. En línea con los intereses mencionados de la COP22 la UE espera que se den avances en el mecanismo de transparencia, en particular en lo referente al seguimiento de la financiación climática así como en lo que concierne a las medidas de mitigación.
También se prevé un progreso en el ámbito de las revisiones quinquenales de las contribuciones determinadas a nivel nacional o Nationally y Determined Contibutions (NDCs). En materia de mitigación las prioridades son: avanzar en la implementación de los compromisos adquiridos a nivel nacional, mejorar en la identificación de acciones con alto potencial de mitigación y que se compartan experiencias exitosas de reducción de emisiones.
“Prueba de la necesidad de acelerar la acción climática es que el 2016 será probablemente el más cálido desde que existen registros”.
Parece por tanto que, salvo excepciones, se dejarán para más adelante las iniciativas de aumento de la ambición a escala global por muy necesario que sea dicho aumento (véase Climate ActionTracker 2015; Hansen et al 2016; Unfccc, 2015; o Unfccc, 2016).
Prueba de la necesidad de acelerar la acción climática es que el 2016 será probablemente el más cálido desde que existen registros, habiéndose observado desde 2001, 15 de los 16 años más cálidos jamás registrados.
De hecho, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) nos recordaba recientemente en su Emissions Gap Report (2016) que seguiremos emitiendo demasiados gases de efecto invernadero en 2030, en relación con los compromisos ya adquiridos, si queremos evitar aumentos de la temperatura de entre 2,9º C y 3,4º C en este siglo en comparación con la era preindustrial. Recuérdese que el límite a partir del cual se considera que existe una interferencia peligrosa en el con el sistema climático es 2º C.
De Marrakech podemos esperar una COP técnica, al igual que lo fuera de la COP7. Los retos pendientes en materia de implementación y aumento de la ambición siguen hoy tan vigentes como hace poco más de un año cuando se adoptó el Acuerdo de París. En España, la pronta ratificación del acuerdo y el apoyo continuado a iniciativas como la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático (Riocc), que aumenta nuestro peso en materia de negociaciones climáticas en el contexto internacional, son elementos de acción clave a corto plazo.
CIUDADES DEBEN ADAPTARSE
Las ciudades son el anclaje de la civilización humana. Hacia 2050, casi tres cuartos de la humanidad vivirán en una. Si bien ofrecen oportunidades excepcionales para la prosperidad, la creatividad y el bienestar, las ciudades del futuro también afrontarán grandes desafíos relacionados con la pobreza, la desigualdad y la debilidad.
Las decisiones tomadas por líderes urbanos en la próxima década determinarán la habitabilidad (e incluso la supervivencia) de las ciudades en el planeta.
Un factor que une a las ciudades es que todas ellas sufrirán los efectos del cambio climático. La mayoría experimentará niveles crecientes de exposición a inundaciones, escasez de agua, tormentas y estrés por calor.
La gravedad del riesgo estará mediada por su ubicación, ya sea en el litoral o en el interior, pero también por el grado de su preparación. Los gobiernos, las empresas y los grupos de la sociedad civil tienen ahora la oportunidad de diseñar la capacidad de recuperación de nuestras ciudades, pero ninguna ciudad es inmune a la tormenta inminente.
De hecho, la mayoría de las ciudades ya están en la primera línea del cambio climático. En la actualidad, al menos el 70% de ellas enfrentan desastres repentinos e impactos ambientales a largo plazo. Se enfrentan a una serie de desafíos relacionados que van desde pandemias de salud hasta el desplazamiento de poblaciones.
La concentración masiva de personas en las ciudades durante las próximas décadas –en especial en África y Asia– casi con certeza agravará la congestión del tráfico, empeorará la calidad del aire y aumentará las cantidades de desperdicio.
PRONÓSTICO DESALENTADOR
¿Qué hace que las ciudades sean tan vulnerables? La geografía definitivamente cumple su rol. Más de la mitad de la población mundial vive a menos de 60 kilómetros del mar. Al menos tres cuartas partes de las grandes ciudades son costeras. La mayoría de estas ya están expuestas a la inundación incluso con elevaciones nominales en el nivel del mar o marejadas ciclónicas. Pero el futuro paree ser mucho peor. Climate Central ha proyectado los impactos de los aumentos de temperatura entre 1,5 y 4º C para 266 ciudades costeras en las próximas décadas.
El pronóstico es urgente, ciudades como Buenos Aires tendrán entre 520.000 y 2.440.000 personas (del 4 al 9% de la población urbana) bajo el agua por el aumento del nivel del mar. En otras ciudades como Chittagong las cifras son mayores: 1,8 y 6,9 millones de personas.
Algunas ciudades desaparecerán completamente; Nantong en China verá entre 1,7 y 6,4 millones de personas desplazadas (del 27 al 99% de la población). Entre el 80 y 98% de los residentes de Amsterdam y La Haya estarán bajo agua dependiendo de la magnitud del aumento de la temperatura mundial. No requiere mucho esfuerzo imaginar la perturbación y los costos que este aumento de agua generará.
Las ciudades también son parte del problema. Si bien cubren sólo el 2,6% de la superficie mundial, dan cuenta de casi el 50% de la población mundial y el 70% de todas las emisiones de CO2. También son responsables de una cantidad desproporcionada de emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, también consumen casi dos tercios del suministro de energía mundial. La combustión de carburantes fósiles y la producción de cemento se consideran las causas principales. Los expertos en clima están modelando activamente los efectos combinados de estas emisiones y el pronóstico no es alentador.
Aun así, las ciudades son una parte fundamental de cualquier solución para prevenir el cambio climático y mitigar sus efectos. Las medidas que se tomen en las ciudades pueden atenuar las emisiones de carbono de manera significativa y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida de los residentes. Y a diferencia de los estados nacionales de acción más lenta, las ciudades son laboratorios de innovación y experimentación.
Las ciudades podrán comenzar por desarrollar planes de acción definidos. La mayoría de las ciudades en Latinoamérica, África y Asia crecieron a un ritmo vertiginoso. Incapaces de mantener el ritmo del crecimiento de la población, han sucumbido frente a la expansión urbana y el uso de energía que consume muchos recursos. Sin embargo, se requiere exactamente el enfoque opuesto a la urbanización.
Y la inspiración para dicho enfoque posiblemente no provenga de Norteamérica (o incluso Europa) dado el alcance de la expansión urbana y el uso de recursos sustentables.
CIUDADES DEBEN ACTUAR
El proyecto de New Cimante Economy ha demostrado cómo la densidad urbana y las ciudades compactas pueden disminuir la huella de carbono. Pero las ciudades no necesariamente se inclinan en esta dirección de forma espontánea. Lo que se necesita es una legislación de planificación adecuada para incentivar la urbanización intensiva.
Los códigos de construcción deben respaldar el crecimiento vertical y la infraestructura comentada, en especial el transporte público inteligente. Los incentivos fiscales y los subsidios deben respaldar el crecimiento ecológico, incluidas las fuentes de energía renovable como la eólica, la solar y los biocombustibles. Todas estas inversiones tienen la ventaja adicional de hacer que las ciudades sean más habitables y atraigan capital humano.
El gobierno municipal progresivo también se criticó para crear ciudades más resilentes. Como han señalado los teóricos de la democracia, los líderes municipales por lo general son más responsables ante sus votantes, en comparación con las contrapartes nacionales. La reforma financiera pública puede ayudar a las ciudades a tomar las medidas necesarias para planificar el cambio climático, incluidas la estimulación de la financiación privada para una infraestructura urbana más inteligente, programas de bajos niveles de carbono e inversión en nuevas tecnologías como la bioingeniería y la retención de carbono.
Portada de HOY |
Editorial |
Portada Deportes |
Caricatura |
1 Dólar: | 6.96 Bs. |
1 Euro: | 7.39 Bs. |
1 UFV: | 2.16717 Bs. |
Impunidad |