La versión 2017 del Rally Dakar, patrocinada por la Amaury Sport Organization (FR), en acuerdo y coordinación con nuestras autoridades inicia su cuenta regresiva para allanar nuevamente nuestra geografía a campo traviesa; esta vez sobre extensas dunas arenosas vírgenes y ecosistemas frágiles en un llamado “desierto viviente”, saturados de flora y fauna y mejor habitados de lo que parece a simple vista, en un espacio anunciado de por lo menos 786 Km. Deplorablemente, en momentos en que el equilibrio ecológico de regiones se encuentra en estado de emergencia, como en el lago Titicaca y otros que están siendo asfixiados por la contaminación diaria y la falta de agua, que no se consigue revertir siquiera parcialmente.
Lo que hoy vive todo el país debiera llamarnos a ser más sensibles y coherentes con el cuidado ambiental y el daño irreversible a nuestro patrimonio pluricultural, entre otros por efecto de la combustión de 5 millones de litros de gasolina sobre nuestro cielo, como efectos de anteriores Dakar en nuestro suelo, así como la generación de 95 toneladas de basura entre neumáticos, plásticos y repuestos (informe CAF y Meyer Honninger para Bolivia), que nos advierte que la naturaleza no tiene precio y el daño a ella es irreversible.
El ejército ensordecedor de motores, camiones mecánicos de apoyo, “troupes” televisivas, motos ambulancias y helicópteros marchará nuevamente sobre nuestro ecosistema altiplánico, paraíso silencioso y eterno.
Se soslaya una vez más el informe chileno para Bolivia con base en la anterior realización del “evento”, que advierte la amenaza a 96 especies de vertebrados, 25 de mamíferos, 61 de aves acuáticas, 41 terrestres, reptiles y anfibios al mismo tiempo el aumento de enfermedades infecciosas y el desplazamiento de especies hacia altitudes o latitudes más frías, buscando climas a los que no están habituados. Aquellas especies que no sean capaces de adaptarse ni desplazarse se extinguirán, señala el informe científico.
Penosa y paradójicamente, el cuartel militar de Uyuni se transformará en el “vivac” de este mal llamado deporte, por el cuál primero “en 2005 en Francia, 24 organizaciones sindicales y ambientalistas habían pedido su supresión tachándolo de espectáculo publicitario y mercantilista en un escenario como el continente africano, marcado por la pobreza, el hambre, el SIDA y el endeudamiento”.
Hoy ante la nueva arremetida 2017, la socióloga chilena Ximena Cuadra Montoya señala que “la manera en que se impone el Rally Dakar no es un hecho diferente de lo que ocurre frente a las trasnacionales extractivas, bancarias, comerciales y otras en nuestros territorios; expresiones de la persistencia contemporánea de sociedad”.
Señalemos por ahora el criterio razonable del eximio hombre de montaña, mundialista Bernardo Guarachi, quien asegura que es necesario declarar al fastuoso Illimani patrimonio de la humanidad; así como a otros bienes como la flora y la fauna altiplánicos, para evitar su deterioro y devastación.
El autor es abogado.
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