Evaluación global de sistemas educativos

Sorprende que Bolivia no se hubiera incorporado a la organización internacional sobre educación –PISA– pese a que ha tenido en las últimas décadas reiteradas reformas en el sistema, con la finalidad de adecuarse en todo lo posible a los rangos de los distintos procesos que se han efectuado sobre la materia en el mundo.

A todo país y naturalmente a Bolivia le corresponde ocupar un buen sitial en estos temas, con la finalidad de actualizarse en los cambios que se producen en el área, con bastante frecuencia. Esto se debe a que cada país se empeña en tener un buen sistema educativo, porque de ello depende su desarrollo y progreso, pues que la educación es el tramo más exigente que deben vencer las sociedades.

Cuanto más adelantos se logran en este orden el resultado que arrojan es positivo, puesto que la educación es el mecanismo que mejor sirve para impulsar la calidad social y económica de los países. Pero hay que repetirlo cuantas más veces mejor, de modo de crear consciencia pública del grado que ocupa Bolivia en algo tan básico y sustantivo como es la educación.

De ahí que es lamentable que Bolivia no participe en la medición internacional de la educación, pues el mantenerse al margen le resta la necesidad que se tiene de saber qué posición ha alcanzado o en qué grado de atraso se ha quedado. Precisamente por falta de esta contextualización global se carece de un horizonte cierto sobre el grado de crecimiento de la nación.

Supongamos también que con las reformas de las últimas décadas se ha situado en la línea del progreso y que, consiguientemente, ha pasado a la vanguardia de los sistemas educativos internacionales. Al no saberlo, empero, pierde mucho, pues significa que se ignora con certeza la posición de avanzada que pudo haberse conseguido.

En esta época, caracterizada como el de la comunicación, resulta incongruente que el país no esté incorporado a ella. Este puede ser el signo de que efectivamente en Bolivia prevalece el atraso, lo que podría dar lugar a que su realidad sea relegada a la marginalidad del mundo contemporáneo.

Estas consideraciones son indispensables, puesto que sobre la base de las mismas tendría que haber una reacción positiva. Hacer que la educación boliviana forme parte del consenso mundial es a lo que debe tenderse en todo tiempo y circunstancia.