Debieron ser suficientes 191 años de nuestra vida independiente, para construir una Nación políticamente soberana, económicamente fuerte y socialmente justa, de no mediar la incapacidad de nefastos gobiernos que al amparo de la impunidad que les dio el Poder, hicieron añicos la túnica sagrada de la Patria.
Frente a la verdad de la historia, debemos afirmar que ningún Gobierno tomó posesión total del territorio, porque las pocas ciudades les fueron suficientes para armar su cacicazgo; ninguno administró con equilibrio regional los bienes de la nación. Todos ellos olvidaron deliberadamente las riquezas que dormían en el Altiplano, en los valles, los yungas y en las llanuras orientales para forjar el poder económico de Bolivia, porque les era más fácil apropiarse de los dineros fiscales a través del cargo público. Ninguno dio importancia al valor de los recursos humanos existentes en la comunidad, en el cantón, en la provincia, de donde ahora se pretende neutralizar con analgésicos y no con soluciones de fondo y donde la pobreza extrema tiene poder de destrucción.
Hoy tenemos una Bolivia mendicante con secular característica de exportación mayormente de materias primas, contadas exportaciones con valor agregado, precarias estructuras industrial y comercial, escasa población económicamente activa, manifiesta recesión por elevado desempleo y subempleo y una demanda agregada en constante declinación. Pero aún más, aquellos malos gobernantes no tuvieron la capacidad de entender la dimensión de la “Bolivia, país de contactos” de “Puente natural interoceánico” como ventajas comparativas hacia la integración y la globalización. De ahí es que en el momento tenemos una deficiente Red fundamental, redes complementaria y vecinal de tecnología primitiva; se desconoce la capacidad de transporte fluvial y hasta se ha llegado a la cancelación criminal de los ferrocarriles anteriores.
Queremos un gobierno que haga una firme y sincera lucha contra la corrupción en las estructuras estatales, aunque de por medio estén los lazos familiares, políticos o de amistad. Que el Estado vuelque la mirada y la acciones hacia las áreas rurales para operar una revolución económica y social de la periferia al centro y de abajo hacia arriba, porque la democracia es un sistema de respeto al bien común, para mejorar su calidad de vida y de trabajo, y no para que el infantilismo de izquierda y políticos corruptos en su nombre y en su representación, se apropien de los dineros del Estado. Deseamos un Gobierno responsable que perciba el avance del poder contestatario de grandes sectores de la sociedad civil, donde está germinando peligrosamente el odio racial, el rencor y el resentimiento por ser marginados injustificadamente.
No necesitamos otra cosa que arquitectos de una Bolivia integrada desde la comunidad, el cantón y la provincia. Queremos una Bolivia productiva capaz de satisfacer la demanda nacional y tener la capacidad para darle valor agregado y salir al mercado internacional a disputar la competitividad.
Para que esto pueda ser así, proponemos:
• Cumbre de amplio espectro bajo la conducción de la Iglesia Católica y la Universidad, con la presencia de partidos políticos, empresarios privados, COB y trabajadores campesinos.
• Que en esta Cumbre se haga propuestas de corto plazo, viables, realistas y operativas frente a la crisis económica y a la pobreza.
“La Patria es ara y no pedestal ni escala”, esa debe ser la única consigna.
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