Cuando se acerca la Navidad y todavía hay tiempo para liberar a los presos políticos o permitir el retorno de otros, qué bueno fuera que en el Congreso Nacional del MAS, que se llevará a cabo en Montero el próximo fin de semana, alguien con coraje y patriotismo -hombre o mujer- pida que el Gobierno ordene la libertad de los presos políticos y el cese de persecuciones a varios centenares de compatriotas. Sabemos que la dirigencia, la alta cúpula gubernamental, va a decir que el Poder Ejecutivo no puede interferir en lo que dispone la justicia, pero sabemos también que eso es falso, que lo que se ordena desde el Palacio la justicia obedece a ojos cerrados.
Por lo tanto, en vez de reunirse todo un conglomerado de jefes masistas sólo para promover la cuarta elección consecutiva de S.E. -lo que es vergonzoso- deberían, por lo menos, analizar la posibilidad de pacificar los espíritus en Bolivia y que la gente que es desagradable para el Gobierno no tenga que salir huyendo por la frontera más próxima o si no fuga tenga que permanecer años en la cárcel o en arresto domiciliario.
En épocas de dictaduras militares las amnistías generales se dieron periódicamente, aunque las otorgaran sin mucho convencimiento ni ganas, pero lo hicieron. Es que eso de que en la Bolivia del “cambio” haya gente exiliada desde hace más de diez años y otros encarcelados desde hace más de ocho, no es digno de un Gobierno que se proclame democrático y defensor a ultranza de los derechos humanos. Si S.E. y muchos de sus partidarios no han hecho sino quejarse de malos tratos y hasta de torturas en épocas “neoliberales”, mal hacen en perseguir con tanta saña a sus adversarios. Es una clara muestra de falta de seguridad en la conducción del Estado.
Esperamos que siquiera una voz valiente se levante en Montero y pida por los perseguidos y los presos. No esperamos mucho de los cocaleros, bartolinas o cooperativistas, pero podría haber alguien de la Central Obrera Boliviana (COB) donde existen tantos gremios afiliados que son críticos a la conducción actual. Si parte de la COB es reacia a sumarse a los incondicionales que quieren por encima de las leyes la reelección de S.E., es posible que alguien piense que lo mejor que le podría suceder al Gobierno no es pensar solamente en prenderse vorazmente del poder, sino analizar si a estas alturas, cuando puede venir un cambio político en el país, no conviene restañar algunas heridas dolorosas para que luego el juicio público no sea muy severo.
Por lo que se sabe, el Congreso Nacional del MAS tiene como tema principal elucubrar la forma de burlar el voto popular del 21 de febrero pasado. La intención fundamental del encuentro es habilitar, como sea, a S.E. para una candidatura más dentro de tres años. Y no saben si hacerlo a través de una iniciativa popular, una disposición transitoria en la Constitución, una reforma constitucional o cualquier otra idea que pueda tener algún barniz democrático. Porque todos los masistas que piensan bien son conscientes de que Bolivia ya dijo “no” a la nueva reelección y que eso no es un juego.
¿Por qué entonces no puede presentarse una ponencia de amnistía? ¿Por qué no adecentar un poco ese Congreso del MAS? ¿No sería un gesto admirable que se levantara un orador en medio de tantos maestros del adulo y pidiera paz en el país en las propias barbas de S.E., del Vice, y de los “duros” del gabinete? ¿Qué sucedería? ¿También apresarían al proponente o a la proponente? Claro que se crearía un caos y podría haber hasta desmayos entre las bartolinas pricipalmente, pero sería el gesto necesario, la actitud poco menos que heroica que necesitan algunos de quienes forman parte de un Gobierno dado al dinero y la comedia.
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