El mundo entero se solidarizó con la partida del “Chapecoense”, de allí una serie de aristas deberán ser respondidas luego de los procesos de investigación iniciados respecto a las causales del accidente aéreo que enlutó, además, a la familia periodística deportiva y de la aeronáutica civil. De entre las más emotivas; la despedida a la joven tripulante Sissy Arias, a quien valoramos por su ímpetu de progreso en la incursión femenina en las tripulaciones aéreas bolivianas.
Lo cuestionable fue el excesivo abuso de las fuentes de información y su búsqueda respecto a peritos en la materia para abordar la interpretación periodística luego del fatal suceso. Salvo excepciones, un elemento develador es la carencia de expertos en la materia; aunque no faltaron “analistas” que con criterios poco más que bisoños intentaron sostener versiones alejadas de la realidad sobre la aeronáutica internacional, especulando inclusive sobre las posibles deliberaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) respecto Bolivia y su categoría. Nada más desmañado.
Más que jurídicas son éticas las cuestiones en su abordaje. Las permisibilidades de los derechos constitucionales: a la comunicación, información, libertad de expresión y de prensa entre otros; no se traducen en el libre e irrestricto uso de la fuente para su ejercicio periodístico. El autor e intérprete, a la vez, de los textos noticiosos está frente a la dualidad del derecho a la libertad de expresión y su vínculo respecto la libertad de prensa. Esa cuestión es el fundamento del valor de la fuente; y su análisis concibe la interacción entre el derecho a buscar, recibir y difundir información.
Al respecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos señaló que “la libertad de expresión no es un derecho absoluto. El artículo 13.2 de la Convención, que prohíbe la censura previa, también prevé la posibilidad de exigir responsabilidades ulteriores por el ejercicio abusivo de este derecho”. Su uso responsable es “responsabilidad” de quienes ejercemos el mejor oficio del mundo.
El autor es periodista.
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