Devorando a la revolución

En su denodado esfuerzo por aferrarse al poder y habiendo agotado todos los recursos que una prudente y sabia administración pudo franquearle, el déspota venezolano echó mano a uno de los crímenes más despreciables que un mandatario pudiese cometer contra sus gobernados, cual es apropiarse de sus bienes sin materia de juicio alguno y apoyado únicamente en el derecho que le confiere la fuerza bruta.

Pues bien, ante la proximidad de las fiestas navideñas y, urgido de un golpe escénico que atenúe el proceso de descomposición de su gobierno, por la espantosa escasez que éste ha generado, ha dirigido esta vez sus legiones de saqueo oficial en contra de la conocida comercializadora de juguetes “Kreisel”, so pretexto de acaparamiento y especulación en los precios, razones suficientes para expropiarla y fundar en sus instalaciones una fábrica nacional de juguetes con tecnología china y administrada por el “pueblo”, incautándose además, de cuatro millones de ellos, para distribuirlos gratuitamente entre sus seguidores.

A tiempo de promulgar su absurda determinación, muy suelto de cintura este Robin Hood criollo preguntó, sabiendo de antemano que su amaestrada audiencia, al igual que focas de acuario, respondería con un cerrado aplauso su capciosa consulta: “¿Qué va a pasar ahora con esta empresa? Pues sus dueños habrían huido del país”, soslayando cínicamente la verdadera causa que ocasionó esta situación, que radica en su régimen inepto, producto de una entelequia comunistoide creada por su testador el micomandante Hugo Chávez Frías, bajo la falaz denominación de la “revolución socialista del Siglo XXI”.

Para distraer la atención de la opinión pública sobre el rotundo fracaso de la Mesa de Diálogo patrocinada por la Iglesia Católica y, ante compromisos que su gobierno jamás estuvo dispuesto a cumplir, Maduro acaba de ordenar el cierre de la frontera con Colombia e inexplicablemente ordenó también el retiro de la circulación de los billetes de 100 bolívares, (la nota de mayor valor actualmente) que, según cifras del Banco Central de Venezuela, representa casi el 50% del dinero en efectivo que circula en la economía local. Para dicho operativo dio un plazo de 72 horas, lo cual creó un caos infernal en el sistema bancario, ya que para desaparecer esa exorbitante cantidad de billetes, se necesitaría meses de trabajo. Asimismo, el decreto presidencial señaló medidas de prisión para aquellos ciudadanos que sean sorprendidos con grandes cantidades de billetes de 100 bolívares, lo que equivale a pronosticar que los comercios deberán cerrar sus puertas.

Recordando aquella frase atribuida a Maximilien Robespierre en su camino hacia la guillotina: “la revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”, con la experiencia que se está viviendo en Venezuela, así como en todos estos países del continente que adoptaron el mismo modelo populista, podemos concluir que al contrario de la sentencia robesperiana, estos revolucionarios son los hijos que están devorando a la revolución.