Son diversos los informes -ante la muerte de Fidel- en los que organizaciones afines y disidentes califican a la forma de haber llevado adelante la “revolución” en Cuba. Lo que me llamó la atención es que a pocos años de la impronta, el Che marcó distancia ideológica con Fidel, que lo tildó de un “incordio” (persona incomoda y que molesta). El Che, pese a sus fueros de comandante y su amor a Cuba, la abandonó, optando por llevar su lucha a otras regiones, despidiéndose con una célebre frase: “Todo aquel que use la revolución para su propio beneficio debe ser fusilado” -¿dirigido a Fidel?-. A su muerte, la revista Forbes estima la fortuna de Fidel en $us 900 millones, ostenta más de 20 mansiones, una cadena de yates, incluso, una paradisiaca isla privada cerca de la famosa bahía de Cochinos, ¿será?
Cuba intenta establecer relaciones diplomáticas con EEUU, pero la anomia se mantiene: son 56 años que los Castro siguen gobernando a los cerca de 12 millones de habitantes que sufren la violación de sus derechos humanos; asociación social y política; ausencia de elecciones; desinstitucionalización y centralización en el Poder ejecutivo. El periódico Granma y cinco canales televisivos todos del Estado, sesgan la información. El Internet, cuya conectividad llega al 1% de usuarios, requiere del visto bueno del aparato de inteligencia que “controla” cuadra por cuadra cualquier información que incomode al Estado. Eso sí, los cubanos tienen una atención médica gratuita y educación de muy buena calidad: no hay un solo analfabeto.
Evo Morales –populista de izquierda- mostró su admiración por Fidel: “aprendí mucho de él”, dijo. No se requiere de mucho seso para comprobar ello en su forma de gobernar, preferir –a lo Fidel- el cálculo político y desdeñar los errores políticos es recurrente. Por ejemplo, declarar que la independencia de poderes “descuartiza al Estado”, sustituir al pueblo con llunkus –coyunturales- “dirigentes”, su afán -urgente- de normalizar relaciones diplomáticas con el populista de derecha Donald Trump y la prueba de “lealtad” –informe a Trump- por el festejo por parte de funcionarios estadounidenses (8-11-16) por el triunfo (adelantado) de Hilary Clinton, connotan lo aprendido, pues muestran el revisionismo en el que Fidel se vio entrampado.
Si bien Fidel no logró sus objetivos geopolíticos en Latinoamérica mediante la lucha armada, paradójicamente, lo logró a través de lo que él jamás creyó, elecciones democráticas -que no existe asegura Noam Chomsky-. Las precarias condiciones de la isla le indujeron al “revisionismo”, para que en un primer intento -la desdeñada democracia- logró que Hugo Chávez llegue al poder mediante elecciones (1999) a cambio de ayuda con crudo y dinero y así sobrevivir al derrumbe de la ex URSS. La muerte de Chávez (5-3-13) indujo a Fidel –a través de Raúl Castro- a buscar un acercamiento con EEUU (20-6-16) con la cual, sin duda EEUU y Cuba salían beneficiados.
Sin embargo, Kellywonne Conway -principal asesora de Trump- desdeñando lo avanzado por Obama espeta: “las relaciones están en duda porque Washington no logró concesiones de la Habana, no se tiene garantía de que los cubanos que aún viven en la isla tendrán libertades políticas y económicas”. Lo que Conway no estima son las cientos de millones de dólares ya invertidos en Cuba por empresarios norteamericanos. Por lo que el desdeño es solo “soberbia”. El imperio no puede retroceder: Cuba debe ser democrática, pero ¡ya!
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