Nueva Terminal de Buses, entre críticas y halagos

Tarija (El País Plus).- Afuera, una filera de taxistas conversa de las cosas buenas y malas que tiene la nueva infraestructura, pero también hablan de la predisposición de la gente al pagar la tarifa, que ellos consideran “correcta”. “Qué te van a pagar, reniegan. Yo por eso no vengo mucho hasta aquí. En el centro me gano bien”, explica uno de ellos.

Lo cierto es que pasaron más de dos semanas desde la puesta en funcionamiento del nuevo edificio y hoy, tras varias reuniones con los involucrados, la nueva terminal despide y recibe pasajeros, entre el descontento de unos, y la alegría y el asombro de muchos otros.

La nueva infraestructura está ubicada en el Distrito 10 de la ciudad de Tarija y contempla cuatro bloques: de pasajeros, de carga, vías de acceso y el cerramiento exterior, que la convierten en una de las más modernas del país.

En el segundo piso se sirven cafés y licuados. Las vendedoras de este sector aseguran sentirse cómodas en los espacios dados, empero las comerciantes de golosinas, que ocupan la parte derecha de la planta baja dicen estar incómodas por tener que compartir un pequeño espacio con otra compañera.

Ximena, la hija de la dueña de uno de los puestos de la vieja terminal, recuerda que antes las ventas eran mucho mayores y eso era posible, gracias a que los puestos eran más grandes y vistosos.

Dice que si bien las ventas bajaron en al menos 30 por ciento, guarda las esperanzas de que eso mejore con el tiempo.

VENDEDORAS DE BOLETOS

Pero la otra cara de la moneda la tienen las que trabajan vendiendo boletos. En este sector las quejas parecen sincronizadas, sobre todo porque estas personas tienen muy fresco el recuerdo de las viejas paredes y parqueos del edificio antiguo.

Claudia es vendedora de boletos de una de las empresas de transporte y dice que sus nuevas oficinas no son para nada cómodas, pues según asegura quedaron más pequeñas. Agrega que las paredes y los techos ya muestran rajaduras y goteras, pero además, “no tienen las condiciones que tenían en la terminal antigua”.

“Te sientes como presa, no puedes hacer nada, no hay comida. Cae agua por el techo y si quieres te muestro fotos de cómo está mi sección carga. La gente no sabe dónde comer”, fueron algunas de las quejas al consultarle cómo está el nuevo edificio.

A eso, añade que no encuentra comida en la nueva Terminal y que los pocos vendedores ambulantes, que se atreven a ir hasta el lugar, terminan siendo alejados del edificio y deben vender “como si estuvieran robando”.

“Los que trabajamos con niños sufrimos porque no hay dónde darles comida, falta mucho. Vaya a ver los baños, están sellados, no funcionan, no están habilitados y creo que se han arruinado”, agrega.

A esto se suma la queja por la lejanía. Claudia explica que trabaja desde hace siete años en la Terminal. Recuerda que antes iba desde la zona del mercado Campesino (lugar donde vive) hasta su trabajo en taxi a las tres de la madrugada y los taxis le cobraban 10 bolivianos. Ahora le cobran Bs 30.

Consultada sobre cómo están las ventas y la afluencia de pasajeros, dice que nada bien. Argumenta que eso se debe a la distancia de la terminal y asegura que muchos de los pasajeros prefieren irse a la parada al norte, donde suben sin comprar pasajes y pagando al conductor.

Otra de las vendedoras de boletos, escucha la entrevista y de inmediato subraya que la distancia de la nueva Terminal es muy lejana y que por eso los pasajeros les reclaman. Explica también que las oficinas que les dieron son más pequeñas e incomodas a comparación de las que tenían en el centro.

Sin embargo, admite que no todo es malo, pues dice que el edificio está bien ya que evita que la gente se asolee o se moje cuando llueve.