El Ejército sirio anunció ayer que ha consumado la toma de control de los últimos reductos rebeldes de Alepo tras la evacuación de todos los insurgentes y civiles cercados entre las ruinas. Las fuerzas del régimen afirmaron en la televisión estatal que se habían apoderado de todas las zonas de la ciudad después de más de un mes de ofensiva aérea y terrestre a gran escala y de 10 días de operación de traslado de unos 35.000 asediados, de los que casi 5.000 eran combatientes.
En contra de lo afirmado por el bando gubernamental, miles de personas seguían aún atrapadas en la tarde del jueves en una estrecha franja del sureste de la ciudad. Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) informaron de iban a continuar la evacuación.
A punto de cumplirse la medianoche, el CICR aseguró que todos los civiles, enfermos y rebeldes habían salido del este de la urbe. La Media Luna Roja Siria había confirmado también que el último hospital evacuado ya estaba vacío.
La salida de los combatientes rebeldes y de los civiles sitiados en la parte oriental de la ciudad se ha producido de forma traumática, en medio del caos, la lluvia y el frío, en un proceso que ha estado sembrado de paralizaciones a causa de la mutua desconfianza. Miles de familias han permanecido en el piso durante jordanas enteras, con temperaturas bajo cero durante la noche, a la espera de la llegada de los convoyes de autobuses.
El presidente Bachar el Asad se ha permitido cantar su primera gran victoria sobre la insurgencia tras haber tomado el control de las cinco mayores ciudades del país.